La celebración del Día Internacional de los Trabajadores tiene lugar en una coyuntura de emergencia para la humanidad y de una crisis sistémica impuesta por la pandemia de COVID-19. La emergencia no es sólo sanitaria. Es también económica, política y social. Demuestra las injusticias del orden económico internacional, en el que priman decisiones políticas egoístas, que favorecen la obtención de ganancias sobre la preservación de vidas humanas.