Fidel tenía unos espléndidos 35 años cuando habló el 16 de abril de 1961, en las honras fúnebres de las víctimas del bombardeo en distintos puntos de Cuba. La esquina de 23 y 12, llena de hombres y mujeres, que escuchaban al orador carismático, lo atendió hablando de las pruebas que existían de la implicación de EE.UU. en los ataques.