El andarín Carvajal sigue vivo en el imaginario de los habaneros, que suelen recordarlo con una frase: “Caminó (o caminé) más que el andarín Carvajal”. Incluso ya viejo y enfermo recorría largas distancias. No podía dejar de hacerlo. Corría y “pasaba el cepillo”. Vivía de eso y de los modestos empleos de portero.