En 1935, en Francia, un veterinario hizo el primer reporte sobre los “conejos acróbatas”, pero no había conocimiento para descifrar el comportamiento de esos animales. A diferencia de la generalidad de los conejos, que se valen de sus fuertes patas traseras para saltar, los sauteur d’Alfort, por una mutación genética, solo caminan con sus patas delanteras.