Ni la crisis generada por la pandemia de la COVID-19, ni el impacto del recrudecido bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de Estados Unidos a Cuba –cuestiones objetivas, que frenan la economía–, pueden detenernos en la búsqueda de nuevas soluciones, en el optimismo, en la confianza en el presente y el futuro del país.