Voy a contar la historia de un sabio de los relieves, que bien joven se enamoró de la topografía y a los 83 años sigue casado con la profesión; espirituano humilde, tal vez el humano más caminador de esa superficie desde que en 1960 se insertó en los primeros estudios de lo que a la postre sería la infraestructura arrocera e hidráulica más integral de Cuba.