Las aprehensiones que ha levantado en algunos países la vacuna de AstraZeneca/Oxford, la campaña sucia de Estados Unidos contra la Sputnik V rusa y la ratificada negativa de las naciones más poderosas a que sus farmacéuticas liberen temporalmente las patentes de sus antídotos contra la COVID-19, han tensado aún más la disponibilidad de vacunas y han ahondado las profundas diferencias en el derecho a la vida entre poderosos y pobres en este mundo.