Cada inicio del mes de marzo me trae un recuerdo infausto. Era noche cerrada. Me despertó el llamado del teléfono. La voz de una compañera me anunciaba que Batista había entrado en el campamento de Columbia. El ruido levantó al vecindario. Un rato más tarde se escucharon disparos en el cercano Palacio Presidencial. A lo largo del día todos se mantuvieron pendientes de las noticias.