No llegó entre la paja de caña, ni siquiera aprovechó las esteras del basculador para meterse en la barriga del central, mucho menos se puede creer en las buenas intenciones del SARS-CoV-2 para enamorarse del Uruguay; pero desde el primer caso positivo el 14 de febrero, la COVID-19 ha sido la peor materia extraña con que ha tenido que lidiar la zafra en el coloso de Jatibonico.