El fin de la hegemonía es inminente, pero no inmediato. No nos atemos al cuello las piedras de molino neoliberales que han ahogado a la que fue la primera potencia de la tierra. Dejemos a los neoliberales sepultarse en la tumba que ellos mismos se han cavado: no se nos ocurra enterrarnos con ellos.vPara sobrevivir, aprovechemos los resquicios de la lucha entre potencias. Queremos Iiberarnos de la hegemonía, no sustituirla.