El examen de los fósiles del Ardipithecus ramidus sustenta la idea que Charles Darwin propuso en 1871, cuando no tenía fósiles ni comprensión de la genética, de que el uso de las manos y las extremidades superiores para la manipulación apareció en los primeros parientes humanos en relación con la marcha erguida. Puede echar luz sobre las características del ancestro común de los homínidos.