Desde que Meinardo Torres Moraga empuñó la primera arma se imaginó en una final olímpica. No pudo concretarlo como atleta, pero lo hizo en funciones de entrenador y bebió el néctar de los dioses, gracias al oro de un alumno aventajado, Leuris Pupo, en Londres 2012. Ahora tiene nuevas ilusiones: incluir a dos discípulos en una serie por medallas a ese mismo nivel.