El asombro del quehacer no ha dejado de tener sitio en el pequeño espacio de la editorial El Abra y su exiguo personal creador: en tiempos de la pandemia no ha dejado plaza libre al ocio y ha puesto en la fase de arte final casi una veintena de libros que, sin ningún apuro, fueron floreciendo en una producción hecha con infinito amor y cortesía.