Lorenzo Aragón seguirá ligado a los guantes y al cuadrilátero. Su pasión por el boxeo le ha tributado una historia salpicada de emoción, trampas y coraje. De risas y lágrimas. ¿Acaso no son así las páginas del libro de la vida? Al despedirnos soltó una palmadita en mi hombro derecho. “Siempre seré el Negrito de Guayabal. El hijo de Cienfuegos. Todo lo que dije sucedió. Palabra de hombre”.