Partimos esa mañana. Algunos habían estado hablando hasta altas horas de la noche, la impaciencia y el insomnio que saben cómo colarse. Todos parecían felices cuando se embarcaban en aquella guagua; me parecían felices, llenos de ganas, llenos de bondad, respiré tanta dulzura en aquel pequeño pedacito de mundo que ya nos íbamos construyendo.