Después de sortear innumerables obstáculos leguleyos interpuestos por el Consejo Nacional Electoral (acatando órdenes expresas de Lenín Moreno para sacar del juego, lawfare mediante, al correísmo) el binomio de Andrés Arauz y Carlos Rabascall pudo participar en las elecciones e imponerse en la primera vuelta. Si bien las encuestas pronosticaban una votación por encima del 36 % (sólo una acertó casi matemáticamente los guarismos de Arauz y Lasso) lo cierto es que al final del día y en medio de un recuento desprolijo de los votos Arauz se alzó con el 32.15 % de los sufragios.