La Habana, 10:00 a.m. Un grupo de personas entra y sale de la dirección de Trabajo de Diez de Octubre. Hay desempleados, “interruptos”, jóvenes, una mujer con 60 años que “se siente útil para trabajar” y un hombre que busca oficio “para flotar en la marea elevada de los nuevos precios”, en una fila de necesidades y deseos que no se agota —aseguran autoridades del lugar— desde que se anunciara en diciembre el ordenamiento monetario y la reforma salarial.