Verlos asombra. Apenas sobrepasan el mes de nacidos y, sin saberlo, viven un momento que los marcará para toda su vida. Llevan varios días en una incubadora, el mejor abrigo cuando sus madres no están. Unos lloran insistentemente, otros parecen tranquilos. En el interior de la sala, el ambiente desborda en amor para estos frágiles pacientes de COVID-19.