Desde 1959, Estados Unidos se ha apoderado de la “oposición” cubana, tanto dentro como fuera de la Isla. En 1960, la propuesta del presidente Dwight D. Eisenhower para acabar con Fidel Castro fue “una poderosa ofensiva de propaganda”, una “organización encubierta de inteligencia y acción” en la isla y “una fuerza paramilitar fuera de Cuba para futuras acciones guerrilleras”. Cuando la contrarrevolución empezó a dar señales de indolencia, Eisenhower le ordenó al jefe de la CIA, Richard Bissell: “Si no puedes domesticarlos, no los ayudes”.