Eriel Sánchez León escucha, lee y aguanta estoico. No rehúye, sin embargo, este turno al bate con Escambray, que también lo juzga, aun cuando lo tiene delante con los ojos húmedos y el pecho apretado, horas después de que sus propios sueños se esfumaran al saltar de un primer lugar a un quinto definitivo.