Cualquiera diría que, a fuerza de ser tan asiduas, las colas están arraigadas en el ADN social del cubano.Y cada vez que se pone en primer plano el tema, pareciera “llover sobre mojado”. Se han (des)gastado sensatas líneas a analizar las colas y, con ellas, a quienes las protagonizan. Pero en los días en que vivimos las más alarmantes páginas de la COVID-19 en el país, se acaloran los debates y la preocupación generaliza la convocatoria a soluciones más expeditas y efectivas.