Adrián González Mirabal pudo haber convocado, llamar desde la comodidad de un buró y sumar gente que siempre dice “sí”, a pesar de los miedos y el peligro. Gente guapa. Pudo decir que no, que temía porque ahora era más riesgoso, y ya él había cumplido en marzo de 2020 como personal de apoyo allí mismo. Pero Adrián no actúa para “cumplir”.