“Cuarenta años” me dice Jorge Luis Caballero ante mi última pregunta. Lo confiesa y ríe, y yo lo percibo como el ingeniero-dependiente de Bajo el mismo sol, cuando mira con lástima a un hijo diferente. O lo recuerdo en el monte, de miliciano enamorado de una guajira blanca, en una buenísima escena con Hilario Peña.