Los valles fértiles y profundos, tanto como las cordilleras de más de 500 metros sobre el nivel del mar que envuelven a este, el único municipio cubano libre de la COVID-19, hasta ahora han sido infranqueables para el contagioso patógeno. Uno se pregunta cómo, por qué, ¿cuál es la fórmula para mantener al virus en jaque, y en alto la producción?