Y no es simple cuestión de números y estadísticas lo que nos mueve. No. Son los adioses pospuestos de quienes nunca más volverán a casa; es el abrazo que nunca más arropará tu cuerpo; es el dolor de tantas historias desconocidas y que llenan de tristezas una familia allí en lo más íntimo, donde justamente más el dolor duele.