A salvo de la furia alucinante de Donald Trump, en Europa no se sienten obligados a disimular mucho cuanto piensan de quien se tomó libertades tan exageradas como su petulancia, en lo tocante a las relaciones internacionales. Llaman, en principio, y ante los imperios de la necesidad sanitaria y económica actuales, a relanzar los nexos múltiples entre Washington y Bruselas.