24/September/2023
HAVANA CLIMA

Enrique Molina

Último adiós para el reconocido actor Enrique Molina

Ofrendas florales a nombre del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, acompañaron sus cenizas. Foto: Agencia Actuar.Enrique Molina ha pasado a la inmortalidad. En la madrugada del pasado 3 de septiembre falleció en La Habana. No obstante, permanece vivo en el recuerdo, el aplauso y el respeto del pueblo que le admiró siempre.
Ofrendas florales a nombre del Primer Secretario del Comité Central Partido Comunista de Cuba y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, acompañaron sus cenizas, en un sentido homenaje realizado este lunes en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).
La velada contó con la presencia del ministro de Cultura, Alpidio Alonso, y el presidente de la Uneac, Luis Morlote, además de familiares, colegas y personalidades de la escena cubana.
“Hacerse amigo de Molina era muy fácil, pues su carácter desenfadado y jovial lo permitía. No venía de ninguna escuela de actuación, su escuela había sido la mismísima acerosa vida que le había tocado vivir. Risueño siempre, inquieto, bromista y ávido de aprenderlo todo. Te lo podías encontrar lo mismo en la tramoya, en la cabina de sonido, o en el taller de atrezo, no establecía fronteras entre una cosa y la otra”…
Así le definió el trovador Augusto Blanca. Con él coincidieron en sus palabras el actor Patricio Wood, el pianista Frank Fernández y varios de los presentes esta mañana en la ceremonia póstuma.
La velada contó con la presencia del Ministro de Cultura Alpidio Alonso y el presidente de la Uneac, Luis Morlote, además de familiares, colegas y personalidades de la escena cubana. Foto: Agencia Actuar.
Pese al dolor que supone su partida, no hay mejor manera para recordar a Enrique Molina que con la alegría que le caracterizó siempre, así como no hay cercanía más certera a su persona que a través de cada una de sus actuaciones.
Películas como “El hombre de Maisinicú”, “Contigo pan y cebolla”, “Esther en alguna parte”, “Una novia para David”, “El Benny” o “Páginas del diario de Mauricio”; telenovelas como “La cara oculta de la luna” y “Bajo el mismo sol”, y seriales como “En silencio ha tenido que ser” o la inolvidable “Tierra Brava”, le permitieron calar en el corazón de la familia cubana a través de la pantalla.
Silvestre Cañizo llegó a la televisión como un personaje aparentemente pequeño que Molina hizo grande, y lo hizo también tan suyo que para toda una generación de cubanos será ese siempre su segundo nombre.
Precisamente el Tema de Amor que compusiera el pianista Frank Fernández para Tierra Brava resonó hoy en la explanada de la sala Villena de la Uneac. La melodía evocó entonces al Enrique Molina optimista, jocoso, transparente, sencillo, apasionado, luchador, excepcional.
Como expresó el actor Patricio Wood: “El arte escénico cubano tiene el compromiso de atesorar el recuerdo de un hombre valioso, grande. Quizás sea fácil añorarlo, pero nunca será fácil igualar su pasión”.

El ministro de Cultura, @AlpidioAlonsoG, el pdte de la #Uneac, @LuisMorlote y otras personalidades asisten a la ceremonia póstuma al actor Enrique Molina, en el que el pianista #FrankFernández interpreta junto al violinista Irving Frontela, el tema de la novela Tierra Brava. pic.twitter.com/JWhoDG7p49
— UNEAC (@UNEAC_online) September 6, 2021

En la tarde, las cenizas del reconocido actor cubano fueron depositadas en las márgenes del río Almendares en La Habana. En un momento tan doloroso, un grupo de familiares, amigos, actores, actrices y funcionarios de las artes escénicas dieron el último adiós a Molina en nombre del pueblo que lo llevará por siempre en la memoria.
Los actores Patricio Wood y Emilio del Valle tuvieron la responsabilidad de la despedida de duelo con sinceras palabras que evocaron la vida del actor.
¡Hasta siempre, Enrique Molina! 🇨🇺 Cuba te tiene ya como uno de sus hijos más ilustres.
Como expresó el actor Patricio Wood, “El arte escénico cubano tiene el compromiso de atesorar el recuerdo de un hombre valioso, grande”. Foto: Agencia Actuar.
(Tomado de UNEAC y Agencia Actuar)

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Enrique Molina en la salud eterna de su obra

Sin enjugar aún las humedades que nos provocaran, hace apenas unas horas, las jugarretas de un virus aciago, vuelve a encajarse en el pueblo cubano otro dolor, el del adiós de Enrique Molina, actor de talla elevada que, desde la vida misma, era ya una leyenda.
El rumor de su fallecimiento comenzó hace unos días, cuando en redes, y en espacio real, se habló de su gravedad y su final deceso, mientras combatía a brazo partido el mal que le detuvo los pasos.
Tan sentida era la inquietud, tan manifiesto el temor, que el doctor Durán, en su conferencia de prensa, hizo la aclaración: «El actor Enrique Molina está vivo. Luchando por la vida, luchando con la enfermedad, pero vivo», dijo. «Y eso es salud».
En la pugna tensa por quedarse en el mundo, ganó la muerte, que arruinó sueños y proyectos que emprendería el «actorazo» –tal como decimos aquí–. Sin embargo, y a pesar de ello, hay un tipo de salud que no pueden quebrar ni las tinieblas mismas. De esa gozará eternamente Enrique Molina. 
Cierto es que instituciones, personalidades, familiares, amigos y seres comunes lamentan hoy su partida. Que se anuda la garganta cuando lo confirman los medios, después de albergar la esperanza de su mejoría. Pero otras verdades se imponen, y están dentro de nosotros.
Preguntémonos si dentro de sí no quedó para siempre aquel Silvestre Cañizo que nos desgarró y al que quisimos limpiarle las heridas, el personaje incólume a pesar del daño sufrido, el que supo proteger su espíritu…; si sus interpretaciones de Lenin, trabajo que lo satisfizo con creces, no fueron en extremo convincentes; si el Sixto visto recientemente en nuestras pantallas no era sino la encarnación misma de un personaje que se nos hizo aborrecible, de tan magníficamente interpretado.
Ese era el actor. Pero el hombre, el cubano intachable, el que recibiera a lo largo de su vida merecidos reconocimientos, entre ellos la Orden Félix Varela, colocada en su pecho recientemente de manos del Primer Secretario del Partido Comunista y Presidente Miguel Díaz-Canel, fue también un hombre cabal.
En una célebre entrevista dijo: «Me siento tan feliz de ser cubano que nada de lo que ocurra en este país me asusta ni me da miedo. Nada. Lo mismo un ciclón como si se vuelve a repetir otra vez Playa Girón. Nada me asusta, porque sé que de ahí uno va a salir».
¿De qué modo podría morir del todo quien pasó por la vida como lo hizo Enrique Molina? Quien lo dude no pudo haberlo conocido ni haber disfrutado su inmortal obra.

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Las 3 del día: ¡Adiós Silvestre Cañizo! y las noticias del 3 de septiembre (+ Podcast)

No existen palabras para describir el dolor que se siente cuando un artista de pueblo dice adiós para siempre. La cultura cubana está de luto. Hasta siempre, Enrique Molina. Diseño: Irene Pérez.La cultura cubana hoy está de luto, debido al fallecimiento a los 77 años de edad, el primer actor Enrique Molina, Premio Nacional de Televisión 2020, Premio ACTUAR por la Obra de la Vida 2018 y Título Honorífico en la primera edición del Premio Enrique Almirante, en 2015.
Su muerte se produjo como consecuencia de complicaciones derivadas de la covid-19 y tras permanecer ingresado bajo el cuidado de un equipo multidisciplinario de personal médico, que luchó hasta las últimas horas por salvar su vida.
En Las tres del día queremos rendirle homenaje a este gran artista que nos regaló personajes entrañables como el Silvestre Cañizo de Tierra brava. Toda Cuba hoy te dice adiós.
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Legado de actor

De nuevo amanecemos con la muy triste noticia de un fallecimiento que a todos nos duele: el del querido actor Enrique Molina. No obstante, mientras dejamos correr el dolor, de lamentarnos por tan sensible pérdida, confirmamos que es verdad que cuando personalidades de su talla nos abandonan, se convierten en luminarias para alumbrar el camino.
El excelente desempeño profesional que Molina hizo calar profundamente en nuestros corazones, estuvo estrechamente vinculado a sus esencias como persona. Sencillo, franco y sobre todo desprendido de sí, porque nunca extravió la suprema virtud de lo que implica entregarse al pueblo que lo admira. Semejante condición humana ha quedado impregnada en el alma de los jóvenes actores y actrices, inspirados en este legado mayor de nuestra cultura.

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Ni paredes ni telones en su acto final

De buenos actores la cultura cubana está desbordada. Actores en los escenarios de los teatros, en la radio, en la televisión: los seriales, las telenovelas de cada noche; actores en el cine: películas que son espejos de la realidad. Enrique Molina encarnaba cada personaje con una naturalidad digna de asombro. Su histrionismo nos irritaba, nos alegraba, nos entristecía, o nos enfurecía con aquel villano insensible que muchos no querían ver ni en «pantalla».
Molina y sus personajes eran uno solo. Qué triste saber que ha muerto. Otra de las tristezas que se sienten profundo por estos días. Y no paro de pensar en los años que le faltaron y en que pudo continuar personificando aquellos personajes mágicos, místicos que refulgían dramáticos o insoportables, que nos hacían admirarlo tanto.
Pero no quiero recordarlo con lágrimas. Enrique Molina fue el actor favorito de muchos. Fue y es, porque los buenos recuerdos y los sentimientos de admiración no se van como los cuerpos, se quedan como las obras. Cada una de sus películas lo traerá de vuelta, y verlo será una inmensa alegría de vivir.
El teatro no tendrá paredes ni telones que cierren su acto final. Se queda allí, detrás de bambalinas, encarnando, sintiendo, viviendo, jugando a ser otro.

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¿A dónde ha ido a vivir Enrique Molina?

Frente a la pantalla chica, casi siempre en horario estelar, familias enteras pasaban consternadas de odiarlo visceralmente a amarlo sin reparos, de rechazarlo a darle ánimo, aunque fuese solo un personaje de ficción. Y es que sus interpretaciones, ¡tan orgánicas!, concedían un toque de verosimilitud a cada producción en las que intervino. Enrique Molina no necesitó más para dar cuenta de la grandeza de su talento y su entrega a la profesión.
Después de dejar la escuela con diez años fue vendedor ambulante, manisero, bolitero, limpiador de zapatos, fregador de autos; pero ese niño «luchador», nacido en Bauta en 1943, se convertiría en maestro no solo de la escena televisiva, sino también del teatro, el cine y la radio cubanos.
Enrique Molina, premio nacional de Televisión 2020 y de muchos otros reconocimientos, falleció en la madrugada de este viernes a causa de complicaciones derivadas de la COVID-19.
Seriales, aventuras, telenovelas, con su presencia constante y de probada altura en la programación dramatizada de la televisión nacional, a lo que se suman la constancia en el estudio y la preparación, lo hicieron presente en la cotidianidad de los hogares de la Isla.
El Silvestre Cañizo de Tierra Brava, el Sixto de La cara oculta de la luna, el Jeremías de Destino prohibido, el Matías de En silencio ha tenido que ser, el Lenin de El carillón del Kremlim, y los otros tantos personajes que encarnó en Los Comandos del silencio, Bajo el mismo sol, La otra esquina, y demás producciones televisuales, lo convierten, indiscutiblemente, en una de las figuras más representativas del panorama artístico de la Mayor de las Antillas, en el que desarrolló su vasta carrera.
A pesar de que las generaciones más jóvenes lo asocian directamente con la televisión, fue un intérprete versátil, capaz de incursionar exitosamente en las tablas, donde inició su vida artística en la década de los 60, en el movimiento de aficionados de Santiago de Cuba, ciudad en la que vivió durante diez años.
Comenzó en un grupo del Sindicato Gastronómico de esa provincia, y mientras trabajaba de dependiente en el café Nubiola, conoció a otros grandes como Obelia Blanco, Félix Pérez, Raúl Pomares, María Eugenia García, quienes formaban parte de lo que sería su primera escuela artística, el Conjunto Dramático de Oriente.
Sobre ese inicio profesional, Molina contó que la primera vez que los directores le hablaron de Stanislavski, Grotowski y Brecht, le dieron «ganas de bajar la escalera corriendo», todos los que hemos conocido su obra agradecemos que no lo haya hecho.
Una novia para David, El Benny, El hombre de Maisinicú, Caravana, Un Paraíso bajo las estrellas, Barrio Cuba, El cuerno de la abundancia, Contigo pan y cebolla, Esther en alguna parte, Páginas del diario de Mauricio, son algunos de los filmes que marcaron su presencia en el séptimo arte, ámbito en el cual también destacó por sus brillantes interpretaciones. 
Por el universo radial tampoco pasó desapercibido. Aunque para el popular artista la radio es «el medio más difícil», y su trayectoria en él fue breve, la experiencia de trabajar en CMKC le aportó nuevas formas de acercarse al público.
Cuando se complejizó su estado de salud, Enrique Molina se preparaba para grabar una nueva telenovela. Dijo adiós con el privilegio de saberse respetado y querido por el público, de haber tenido la experiencia de filmar series en vivo en la azotea, los pasillos, los sets del ICRT.
Sabemos que una insatisfacción le quedó: no haber podido interpretar a José Martí en su adultez, por la inevitable cancelación de la serie. Para ese rol fue capaz de bajar 42 libras y someterse a varias intervenciones quirúrgicas, sacrificios que solo es capaz de hacer quien se entrega a la actuación y tiene la seguridad de que un personaje bien logrado puede llegar a muchas almas, lo que habla de su profesionalismo, pero también de su integridad como ser humano. 
Su obra artística estuvo lejos del encasillamiento, a pesar de que dominaba la capacidad para interpretar roles complejos. Estudiar a fondo la sicología del personaje, fundirse con él hasta entender sus interioridades y actitudes, y encargarse personalmente de caracterizarlo físicamente fueron puntales del trabajo de una de las figuras paradigmáticas de la actuación en Cuba.
Con esa fórmula le dio vida a Silvestre Cañizo, que originalmente era un papel pequeño. Molina indagó en las vicisitudes y daños sufridos por él hasta entender los motivos de sus discapacidades, explotó la posibilidad de crecerse en Tierra Brava, y lo consiguió. Toda Cuba lo identifica por tal interpretación.  
Precisamente, ese es el mismo público que durante semanas se mantuvo al tanto de su condición médica. Los mensajes de aliento llegaron desde las redes sociales, las llamadas telefónicas, en la pregunta en una parada o a la vecina por la evolución de ese hombre virtuoso.  
Estremece cada vez que esta pandemia arrastra con su velo de muerte otra vida; pero cuando se trata de seres que nos parecen eternos porque han vivido tantas vidas frente a la cámara, ante el telón o detrás del micrófono, duele un poco más, duele en ese espacio donde solo habitan aquellos que han movido nuestras conciencias, que ocupan un pedacito del día a día.
A la memoria agradecida de su pueblo, donde se quedan los grandes, allí ha ido Enrique Molina.

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“Video de familia”, el mediometraje cubano donde brilló Enrique Molina

MIAMI, Estados Unidos. – Tras la muerte del actor cubano Enrique Molina a causa de la COVID-19, numerosas fuentes han recordado su emblemática actuación en el mediometraje independiente Video de Familia, donde comparte escenario con Verónica Lynn, Elsa Camp y Herón Vega, entre otros artistas.
En Video de Familia, Molina encarna a un patriarca comunista y conservador, el personaje que representa a la anquilosada Revolución Cubana, y entra en contradicción con sus hijos, las generaciones que nacieron tras enero de 1959.
Aunque Cristóbal Méndez Capote ―el personaje interpretado por Molina― termina siendo aplacado por su esposa ―encarnada por la también estelar Verónica Lynn―, a lo largo del mediometraje de 47 minutos defiende los valores más tradicionales y conservadores del sistema político cubano.
Tras su estreno en la Isla Video de familia, del director Humberto Padrón, se convirtió en un hito por referirse a temas como la emigración/el exilio, la homosexualidad, la ideología, la familia, las luchas intergeneracionales y la relación entre residentes en la Isla y emigrados.
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En sentido general, la obra cuenta la historia de una familia cubana presentada como arquetipo de la problemática sociedad cubana. La película está compuesta por cinco tomas de 10 minutos cada una, en forma de video-carta.
Molina y Lynn interpretan a los padres de un joven cubano que abandonó la Isla aparentemente huyendo de las penurias económicas y la falta de libertades. En el video-carta que el núcleo familiar graba para enviar al joven emigrado/exiliado, el padre, la madre, la abuela y el hermano conocen que el hijo pródigo es gay, lo que desata el mayor conflicto dramático de la obra.
Video de familia, que incluso ha sido considerado por el oficialismo como una de las mejores películas de la primera década de los años 2000, también fue seleccionado como mejor corto de ficción del año (2001).
Molina, por su parte, fue distinguido con el Premio a la Mejor Actuación Masculina en Festival Cine Plaza, 2001.
En 2002, la obra también fue reconocida como mejor cortometraje en el Festival de Cine Latino de Los Ángeles, Estados Unidos. Asimismo, ocupa el lugar número 14 en la encuesta “Lo mejor de la producción del ICAIC (1959-2008)”, convocada por la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica.
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Enrique Molina: con Cuba y Miravalles en alguna parte

Enrique Molina habla con Reynaldo Miravalles mientras almuerzan juntos en La Habana. Ellos (y sus personajes) rememoran el extravío de una mujer en común, de una persona que ocupó, en su tiempo, el lugar que le asignamos a los símbolos. Siempre he pensado que en la trama de Esther en alguna parte, largometraje dirigido por Gerardo Chijona, en la esencia visceral de la película, radica también un pedazo de esa fábrica de recuerdos fragmentados que es Cuba. Ambos actores, Molina y Miravalles, nunca perdieron el vínculo ni el cariño mutuo a pesar de la distancia entre ambos, a pesar del dolor. Y cuando los cubanos vimos frente a frente a estos dos actorazos tuvimos la certeza de que, al menos en la brevedad del instante, se estaba restaurando en nuestra memoria ese lugar que habitamos y que llevamos a cualquier lugar con la carga emocional que implica llevar un país sobre las espaldas. Escena de la película “Esther en alguna parte”. Enrique Molina (izquierda) y Reinaldo Miravalles (derecha). Foto: tomada del blog “Esther en alguna parte».Cuba también es un territorio de sueños que se repiten. He pensado en eso tras la muerte de Molina, ocurrida casi cinco años después de la de su amigo, Reinaldo, ese actor que tras décadas de exilio en Miami volvió a reunirse con sus orígenes, con sus amigos, con esa familia extensiva a lo largo de toda la Isla.Solo los implicados en ese lance cinematográfico que fue Esther… conocen los desvelos que concluyeron con el final feliz del regreso de Miravalles a Cuba. Lo hizo con el pretexto de filmar una película, pero con la seguridad de que su retorno era la mejor excusa para despedirse de su público en Cuba. Y no había mejor argumento para ese tipo de desenlace que su  protagónico junto a su amigo Enrique en una adaptación de la novela de Eliseo Alberto Diego.Fue una “trinidad” de grueso calibre formada desde el cine y la literatura, de cuyas implicaciones  todavía podemos ahondar mucho más,  pero en verdad creo que esa cinta, Esther…, estaba tocada sobre todo por la mano de la libertad. Molina, no lo duden, tuvo mucho que ver en la vuelta de Miravalles, en la conclusión favorable de ese sueño, que también era su sueño: el de reunirse con su amigo y quizás saldar también la deuda pendiente con su propia historia y la del cine cubano. Porque Molina, quien se definió como un “romántico de la actuación” era de esos actores a quienes nunca les gustó dejar proyectos inconclusos.Enrique Molina resume en su propia obra la historia del cine y la televisión en Cuba. Él pasó ante nuestros ojos con ese carácter refulgente de actor bravío a través de cintas clásicas, de novelas, de series. Con el actor Vladimir Cruz en “Oscuros amores”, filme de Gerardo Chijona.Nunca he sido muy seguidor de las novelas. Ni cubanas, ni brasileñas, ni de cualquier otra latitud. Pero sí tengo la debilidad de la conmoción a muerte. Me pasa con algunas películas o series cubanas, así como con otras obras foráneas, obviamente. Cuando pienso en esa trastienda cinematográfica emocional, a la que a veces trato de restarle importancia para mirar a fondo al futuro, sea lo que sea que eso signifique, no puedo dejar de pensar en Molina, entre otros actores. Lo veo en En silencio ha tenido que ser, en Una novia para David, o Contigo pan y cebolla. Ahí está el actor de carácter, el hombre que encarnaba cada personaje como si fuera el último. La indagación profunda de su mirada, sus gestos muy singulares, su humor particular, su amistad que perduraba en el tiempo, como sus propias películas, eran rasgos fundamentales de la personalidad de este hombre-símbolo del cine cubano. Molina, todos lo saben, triunfó en el cine desde su aparición en el clásico El hombre de Maisinicú. Su historia, la leyenda posterior, casi todos la conocen. Enrique Molina en la película “El Benny”. Foto: Habana Radio.Me ha interesado mucho siempre conocer las claves del éxito, lo que se esconde detrás de la posibilidad de un actor de tocar la fama o la popularidad, dos renglones que, por cierto, no creo se apliquen de forma tajante a Molina. Él sencillamente se colocaba delante de las cámaras para interpretar los personajes con la misma convicción con la que llevaba su vida diaria. Es decir, emprendía un viaje para caracterizar a varios personajes sin dejar de estar en el punto de partida, que no es otro que representarse en la pantalla a sí mismo, a pesar de su extraordinario talento para el desdoblamiento. Ahí radica esa capacidad que lo llevó a implantar en nuestra memoria su paso por el cine, con personajes creados con una maestría que podía elevar a la categoría de los recuerdos el papel supuestamente más insignificante o eclipsado por la trama. En verdad no había roles menores para este actor, que pertenece a una de las generaciones históricas más trascendentes del cine cubano, que la muerte y el tiempo ha ido desmembrando para colocarla en nuestra memoria, como una presencia vital.  Enrique Molina y la actriz Paula Alí en la película “Esther en alguna parte”.Molina también era un actor que venció la nostalgia. O al menos supo encontrar la armadura para luchar contra ella y seguir en la actuación con papeles que, sin saberlo, y quizás hasta sin quererlo, también alimentaban esos desvelos del espíritu. Cada vez que lo veía no dejaba de pensar en otros grandes actores que compartieron el plató con él, que nos complementaron en nuestra identidad, que representan las aspas luminosas de una época y de un país que ya solo existe en la historia del cine cubano y en los personajes de astros como Molina, o en las representaciones que se hacen de las memorias del pasado.PublicidadEnrique Molina también era un evocador de recuerdos y nostalgias, un hombre que pasó por todo y a pesar de su edad seguía en el ruedo, en el vértigo de la creación para alimentar con su magisterio la vida cubana. No son muchos los que a su edad pueden darle fuerte a la rueda de la actuación y no irse perdiendo de a poco en la tupida niebla del olvido, de las exigencias del cine o de los estereotipos. Fue, por eso, un sobreviviente. Un sobreviviente a la época de oro del cine cubano, a la muerte de su querida esposa, a la ausencia de su primer círculo de amigos, a la pérdida de colegas actores con los que compartió sus más íntimas y profundas desazones, esas con las que sientan a la mesa cualquier cubano.Es sencillo recurrir a su biografía para hablar de su trabajo. Decir que participó en aquella o este película, que hizo época con Silvestre Cañizo en Tierra Brava o considerar todas sus interpretaciones magistrales para llenar cualquier vacío por la premura informativa del tiempo. Enrique Molina en su interpretación memorable de Silvestre Cañizo, para la telenovela “Tierra Brava”. Foto: tomada de Habana Radio.Todo ese recorrido es digno, por supuesto, de exaltación, porque la travesía fue la que lo colocó para siempre en nuestra experiencia humana y en ese sitio que guardamos para los recuerdos escritos a golpes de emoción.Siempre me ha interesado ver al actor detrás del actor. Explicar, por ejemplo, a Molina detrás de Molina. Aunque es muy difícil responder a esa lógica del algoritmo actoral porque Molina, como ya sabemos, fue uno solo.***En el primer tramo del año 2000 mi generación estaba en plena y desenfrenada búsqueda a causa de la interpretación de sus propias circunstancias, en grandes procesos de quiebre, en ese punto ciego de la pérdida de varios de sus hijos, que nos iban dejando un poco huérfanos. Los que permanecimos aquí (en Cuba) sentíamos esa ausencia como los estertores de una angustia que, lejos de desaparecer, nos ha obligado a convivir con ella, a saludarla, a tratarla como una presencia obligatoria y, a la vez, infausta. Lo hemos hecho de la misma forma con la que, hoy, convivimos con una pandemia y con la misma muerte que se llevó a Enrique.En esos principios de siglo Molina interpretó un padre roto en silencio por la partida de su hijo, por las incomprensiones, por los dictados de las normas sociales y políticas. Y, de alguna forma, trató de ponerse en la piel de miles de padres y de cubanos para sacar adelante su papel. Quizás también vio en la humanidad de esa cinta una parte de su trayectoria, o de la persona que en algún momento fue. Video de familia fue (es) un valioso testimonio generacional firmado por Humberto Padrón. La película nos removió en su momento al recordarnos lo que vivíamos y también nos adelantó lo que podía depararnos el cruce del destino. Ahí el personaje estaba preso de sus propias contradicciones, que eran, en resumen, las contradicciones de un país. La migración, los conflictos familiares, los estereotipos volvieron a mirarnos a los ojos y nosotros, que transcurríamos  por los avatares de la primera juventud en medio del caos de la edad y de una aparente salida de la crisis que nos atenazó y atenaza, sabíamos que aquel mediometraje estaba hablándole también de forma cercana a un país entero. Para incrementar su poder de anclaje, la cinta, en la que Molina comparte protagónicos con la vital Verónica Lynn, concluye con Foto de Familia, ese himno con el que el cantautor Carlos Varela nos retrata hasta la crueldad. He pensado hoy que Molina podría ser una canción de Pablo Milanés. Su muerte me trae de golpe “Ya se va aquella edad”, banda sonora, entre otras vidas y épocas, de Algo más que soñar. Especialmente aquello de “fue sentir la inmensa emoción de que vivir es algo más que en sueños ir, fue crecer saber durar, hacer, buscar, pedir, brindar, recorrer el último camino que te lleva a tu propia identidad”. Por esas letras, de un visible sentido autobiográfico, transita el actor, Molina, como transcurre también su generación, la nuestra y posiblemente la que vendrá. Esta última quizá no lo sabrá, ni conocerá mucho de próceres de la cultura nacional, pero cuando vean el cine cubano, estoy seguro que algo les hará imaginar que allí en la pantalla también está la sobrevivida de grandes actores, como Molina y ese rosario de personajes suyos que hoy se agolpan en la memoria de nación, que él retrató con sus personajes, reconociendo, posiblemente, que en el cine podía curarse de todas las heridas. Las de la vida, las de la separación y las de los hombres.Pablo Milanés también estuvo muy pendiente de la evolución de Molina. Le pidió fuerzas desde su perfil de Facebook para que siguiera luchando, para que no renunciara. Lo mismo pidió para su amigo Adalberto.Hoy el trovador, sin recuperarse del impacto de la muerte del sonero, vuelve a sentir esa tristeza honda por ver cómo se marcha Molina, otro colega con el que compartió afinidades generacionales y afectos. No son pocos los que recuerdan hoy la vez que el mundo los unió para siempre en ese testimonio de otra época que fue Algo más que soñar. Pablo me confiesa su tristeza en un mensaje por Whatsapp. El legendario músico pondera en ese mensaje, que aquí reproduzco con su autorización, el talento del actor, del que estuvo cerca en varias ocasiones y recuerda también que fue testigo de varios de sus lances creativos:“Creo que Molina fue uno de los actores más versátiles de Cuba. Calidad, responsabilidad y amor ponía en sus personajes. Tuve la suerte de ser testigo de una etapa en la que iba a protagonizar a Martí y vi el sacrificio, en todos los sentidos, que puso para perfeccionar esa actuación. Uno sentía como que ahí le iba la vida y desde entonces tuvo mi respeto y admiración. Lo voy a recordar con alegría, para que al final de toda esta pesadilla podamos brindar por él”, me dice Pablo desde la emoción que no deja de embargarlo por estos días aciagos que él mismo ha retratado al detalle en una versión de La vida no vale nada. El amigo y crítico cinematográfico camagüeyano Juan Antonio García Borrero ha creado una muy completa ficha del actor en un proyecto en curso con el que entrega un valioso testimonio del cine cubano en todas sus manifestaciones. Podemos encontrar entre sus documentos las obras en las que incursionó Molina y hacernos, gracias a esa labor minuciosa del crítico, una concluyente idea de la altura de este actor, que como pocos pudo entrar en la historia a través del cine, la novela, el teatro, la televisión, la radio. Pero no podemos olvidar en ningún punto del recorrido por sus películas que es allí donde radica un actor sin medias tintas, un hombre que tuvo como principio y final de su vida el cine y la televisión. De ahí que no sorprendió que en la medianía de los 90 entregara su rostro para que le realizarán innumerables cirugías para interpretar a un Martí. La entrada del primer “Período Especial” le impidió finalmente hacerlo por causas que trascendieron a su voluntad, lo que fue un duro golpe porque le había puesto ganas y sueño a ese personaje inconcluso. Tras ese “fracaso” le corrió por la mente la idea de pedir la jubilación, pero como era de esperar en un hombre como Molina, aquel proyecto nacido de la desilusión no se concretó.  Hace unos días escribí que con la muerte de Adalberto Álvarez moríamos también un poco más los cubanos. Después me detuve a pensar en cómo he interpretado últimamente la muerte, en cómo me ha afectado, incluso sin saberlo, esta ráfaga de malas noticias, de pérdidas en ascenso.  Varias personas me alertaron que cada vez que veían algo escrito por mí estaba relacionado con la languidez de la vida. He pensado a veces en no “abrir” Facebook por buen tiempo. He pensado también en qué oscura razón movió a alguien a esparcir durante estos días los rumores del fallecimiento de un actor que hasta el último momento se aferró a la vida con el mismo carácter que le imprimió a sus personajes. Molina estaba resuelto a regresar a la vida. Su hijo, Pavel, ex bajista de Los Van Van, había publicado en sus redes sociales para darnos y darse aliento un audio en que el actor bromeaba y aseguraba que iba a darle duro a la enfermedad. Y lo hizo. Hasta que en la última partida la naturaleza de su gravedad fue más fuerte. Hasta ese último instante hilvanó su personaje de hombre duro, recio, frente a la vida y la existencia humana.Hoy me quedo con la imagen de Molina y Miravalles mirándose frente a frente. Recorriendo junto a sus personajes las calles de La Habana, interpretando diálogos en los que prevalece la amistad por encima de todo y de todos. Escena de la película “Esther en alguna parte”. Enrique Molina (izquierda) y Reinaldo Miravalles (derecha). Foto: Flickr.Molina y Miravalles se miran, hablan, se burlan uno del otro como solo pueden hacerlo los viejos amigos y van a buscar su pasado y su presente con la certeza de que para ellos y, para todos nosotros, Cuba, como la mujer que los volvió a  unir desde el pasado,  seguirá existiendo en alguna parte, y ellos estarán ahí siempre para interpretarla. 

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Muere actor cubano Enrique Molina víctima del coronavirus

MIAMI, Estados Unidos. – El reconocido actor cubano Enrique Molina falleció este viernes a los 78 años de edad por causa del coronavirus, según dieron a conocer en redes sociales sus propios familiares.
“Acaba de fallecer mi padre. Gracias a todos por tanto amor.  Si algún día quieren estar cerca de Enrique Molina, vengan a donde estoy yo, porque vive dentro de mí”, escribió en Facebook Pavel Molina Ruiz, hijo del actor.
La noticia fue confirmada por el Ministerio de Cultura, el Consejo Nacional de las Artes Escénicas y la Agencia Artística de Artes Escénicas ACTUAR, que lamentaron el deceso de Molina, ganador del Premio Nacional de Televisión 2020, Premio ACTUAR por la Obra de la Vida 2018 y Título Honorífico en la 1ra edición del Premio Enrique Almirante en 2015.
Una nota del portal digital Cubaescena difundida por  medios oficiales destaca que la muerte de Enrique Molina “se produjo a causa de complicaciones derivadas de la COVID-19 y tras permanecer ingresado bajo el cuidado de un equipo multidisciplinario de personal médico que luchó hasta las últimas horas por salvar su vida”.
Noticia en desarrollo…
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Muere Enrique Molina, queda su obra (+Videos)

Enrique Molina, uno de los artistas más queridos por el pueblo cubano Foto: José Manuel Correa

Enrique Molina, uno de los artistas que a golpe de personajes icónicos en la escena cubana ganó no solo el Premio Nacional de Televisión 2020, sino lo más importante para un creador, el aplauso del público que lo admira y respeta, ha muerto en la madrugada de este viernes a causa de complicaciones derivadas de la COVID-19 y tras permanecer ingresado bajo el cuidado de un equipo multidisciplinario de personal médico que luchó hasta las últimas horas por salvar su vida, según dio a conocer el portal Cubaescena.
El Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, extendió sus más sentidas condolencias a familiares, amigos y al pueblo cubano.
«Triste amanecer para Cuba con el fallecimiento a causa de la #COVID19 de otro grande de nuestra cultura: Enrique Molina. Llegue a familiares, amigos y al pueblo cubano nuestras más sentidas condolencias. La obra del querido “Silvestre Cañizo” queda en el corazón de cada cubano», escribió el Jefe de Estado.

Triste amanecer para #Cuba con el fallecimiento a causa de la #COVID19 de otro grande de nuestra cultura: Enrique Molina. Llegue a familiares, amigos y al pueblo cubano nuestras más sentidas condolencias. La obra del querido “Silvestre Cañizo” queda en el corazón de cada cubano. pic.twitter.com/Qet3KAQXAM
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) September 3, 2021

La vice primera ministra Inés María Chapman Waugh manifestó su pesar por la triste noticia: «Reconocido actor, hombre sencillo con una gran trayectoria, maestro de generaciones, el querido Enrique Molina, ha fallecido, con pesar hemos conocido esta noticia. Nuestras condolencias a familiares y amigos».

Reconocido actor, hombre sencillo con una gran trayectoria, maestro de generaciones, el querido Enrique Molina, ha fallecido, con pesar hemos conocido esta noticia. Nuestras condolencias a familiares y amigos. pic.twitter.com/VCqjYHqVHA
— Inés María Chapman Waugh (@InesMChapman) September 3, 2021

El viceministro de Cultura Fernando Rojas expresó: «Siempre nos acompañó con su criterio agudo y su permanente desvelo por lo mejor de la creación. Todo el tiempo atento a la labor y las necesidades de sus colegas. En la foto, el Presidente Díaz Canel lo condecora con la Orden Félix Varela».

Siempre nos acompañó con su criterio agudo y su permanente desvelo por lo mejor de la creación. Todo el tiempo atento a la labor y las necesidades de sus colegas. En la foto, el Presidente Díaz Canel lo condecora con la Orden Félix Varela https://t.co/WyVzz2fnPK pic.twitter.com/FKr693IYcd
— fernando rojas g (@fernandorojas_6) September 3, 2021
La Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) a través de su cuenta en Twitter también lamentó el deceso del actor. «Los escritores y artistas de la Uneac lamentamos el deceso del primer actor Enrique Molina, Premio Nacional de Televisión 2020, Premio ACTUAR por la Obra de la Vida 2018 y Premio Caricato. Nuestras condolencias a familiares y amigos».

Los escritores y artistas de la Uneac lamentamos el deceso del primer actor Enrique Molina, Premio Nacional de Televisión 2020, Premio ACTUAR por la Obra de la Vida 2018 y Premio Caricato. Nuestras condolencias a familiares y amigos. #Uneac60#CubaEsCultura#Cuba  pic.twitter.com/RjTfSqNE5h
— UNEAC (@UNEAC_online) September 3, 2021

El Ministerio de Cultura, el Consejo Nacional de las Artes Escénicas y la Agencia Artística de Artes Escénicas Actuar, manifestaron sus condolencias ante el fallecimiento de quien fuese honrado con el Premio a Mejor Actor extranjero en el Festival del Gallo de Oro y las Cien Flores de China en 2014 y 2016, a la par que en su tierra fue nombrado Artista de Mérito del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT).

Consternación en la cultura cubana, falleció el reconocido actor #EnriqueMolina a causa de complicaciones con la #COVID19. Llegue a familiares y amigos nuestras más sentidas condolencias por tan irreparable pérdida.pic.twitter.com/M2lGPjQXpe
— Agencia Artística de Artes Escénicas ACTUAR (@AgenciaACTUAR) September 3, 2021
A los 78 años, ese grande del panorama artístico de la Mayor de las Antillas, había incursionado tanto en la televisión, el cine, el teatro y la radio, ámbitos donde construyó una larga y consolidada carrera profesional.
El Silvestre Cañiso de Tierra Brava, el Sixto de La cara oculta de la luna y sus otros tantos personajes en teleseries cubanas, no dejarán que sea olvidado uno de los actores más relevantes nacidos en nuestro país, una figura que irrumpió en el arte en la década de los 60, a través del movimiento de aficionados, pero que mediante la interpretación constante, fue creciendo profesionalmente.
El primer actor Enrique Molina, Premio Actuar por la Obra de la Vida 2018 y Título Honorífico en la 1ra edición del Premio Enrique Almirante en 2015, sobresalió en la escena teatral con caracterizaciones como la de Vladimir Ilich Lenin, en El Carrillón del Kremlin; mientras que en el séptimo arte destacó en producciones como El hombre de Maisinicú, Caravana, Un Paraíso bajo las Estrellas, Barrio Cuba, El cuerno de la abundancia, Contigo Pan y Cebolla y Esther en alguna parte.
Enrique Molina, que hasta el momento de su agravamiento se encontraba en los preparativos para filmar una nueva telenovela, deja un vacío enorme en la cultura cubana.
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Falleció el reconocido actor cubano Enrique Molina

Enrique Molina en “Con 2 que se quieran”. Foto: PetíCon gran consternación el Ministerio de Cultura, el Consejo Nacional de las Artes Escénicas y la Agencia Artística de Artes Escénicas ACTUAR lamentan el deceso en La Habana, Cuba del primer actor Enrique Molina, Premio Nacional de Televisión 2020, Premio ACTUAR por la Obra de la Vida 2018 y Título Honorífico en la 1ra edición del Premio Enrique Almirante en 2015.
Su muerte se produjo a causa de complicaciones derivadas de la Covid-19 y tras permanecer ingresado bajo el cuidado de un equipo multidisciplinario de personal médico que luchó hasta las últimas horas por salvar su vida. Al momento de su fallecimiento contaba con 78 años de edad.
Molina fue una reconocido actor con desempeños en la televisión, el cine y el teatro y la radio, con una larga y consolidada carrera artística y profesional. De procedencia humilde vio la luz el 31 de octubre de 1943 en el municipio Bauta antigua provincia La Habana hoy Artemisa, para después trasladarse con su familia siendo muy joven a Santiago de Cuba.
En esta oriental provincia comenzó a dar los primeros pasos en la actuación dentro del movimiento de artistas aficionados en la década de los 60.
Posteriormente en la extinta Ciudad de La Habana logró consolidar su carrera para convertiste en uno de los actores más sobresalientes al lado de grandes artistas y experimentados directores, ubicándose en la preferencia y el gusto del público.
En el imaginario popular todavía sobreviven sus actuaciones magistrales en espacio dramatizados para la televisión como el personaje de Silvestre Cañiso junto a Alina Rodríguez en la telenovela Tierra Brava, Bajo el Mismo Sol, La Otra Esquina y el recordado serial En Silencio ha tenido que ser, entre otras producciones.
En las tablas destacó su papel de la legendaria figura de Vladimir Ilich Lenin en El Carrillón del Kremlin y posteriormente en la miniserie Relatos sobre Lenin, sometido en esta ocasión a cirugías para cambiar su físico y lograr con creces introducirse en la piel del personaje.
Asimismo, el cine le estará totalmente agradecido por la extensa obra cinematográfica realizada entre las que se sobresalen El hombre de Maisinicú, Caravana, Un Paraíso bajo las Estrellas, Barrio Cuba, El cuerno de la abundancia, Contigo Pan y Cebolla y Esther en alguna parte, entre otras.
A lo largo de su trayectoria como actor recibió además el Premio a Mejor Actor extranjero en el Festival del Gallo de Oro y las Cien Flores de China en 2014 y 2016, así como Artista de Mérito del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT).
Hasta el momento de su agravamiento se encontraba en los preparativos para filmar una nueva telenovela.
Sin dudas su muerte ha provocado un vacío profundo en los medios habituales donde su presencia era un puntal de la actuación, esta pérdida ha sido un fuerte impacto en el panorama cultural de la nación.
Por su parte, el Ministerio de Cultura, el Consejo Nacional de las Artes Escénicas y la Agencia ACTUAR ofrecen las más sentidas condolencias a sus familiares, amigos y compañeros de profesión por la irreparable pérdida.
No existen palabras para describir el dolor que se siente cuando un artista de pueblo dice adiós para siempre. La Cultura cubana de luto.
(Con información de Cubaescena) 

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Enrique Molina está vivo, luchando con la enfermedad; dice doctor Durán sobre estado de salud del actor

Enrique Molina en “Con 2 que se quieran”. Foto: Petí.Luego de varios días diagnosticado con la COVID-19, el querido actor cubano Enrique Molina continúa “luchando por la vida, luchando con la enfermedad, pero vivo”.
Así lo informó este jueves en su comparecencia televisiva el doctor Francisco Durán García, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (Minsap).
Con ello se desmiente el rumor que, durante estos días, circulaba en las redes sociales y donde se alegaba el fallecimiento de Molina, debido a complicaciones derivadas de la COVID-19.
Dentro de su estado de gravedad, este grande de la actuación cubana permanece estable. 

Agencia Actuar #Cuba informa que Enrique Molina continúa estable dentro de su gravedad, #Covid19 Lo onfirma el Dr Rojas en Hospital Naval @CubaCulturadesea pronta recuperación de nuestro gran actor, tal y como sumagen en 2019, CIS La Pradera, cortesía fotógrafo Teodoro Fonseca. pic.twitter.com/nrZ0MrIYoi
— Alexis Triana Hernández (@triana_alexis) August 26, 2021

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Informa el doctor Durán sobre estado de salud del actor Enrique Molina (+Video)

Molina, positivo desde hace algunos días a la COVID-19, es uno de los artistas más queridos por el pueblo cubano Foto: José Manuel Correa

«El actor Enrique Molina está vivo. Luchando por la vida, luchando con la enfermedad, pero vivo», explicó el doctor Francisco Durán García, Director Nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública en la habitual conferencia de prensa de este jueves en la mañana. 
La alusión al caso específico del popular actor cubano, algo que no es común en este espacio informativo, se debe a que desde hace varios días circulaba por las redes sociales el rumor de que había fallecido debido a complicaciones asociadas a la COVID-19. 
«Se está hablando de su fallecimiento —dijo el Dr. Durán— y eso es salud», concluyó el especialista en alusión a una creencia tradicional muy arraigada en Cuba. 
Molina, positivo desde hace algunos días a la COVID-19, es uno de los artistas más queridos por el pueblo cubano, del cual se ha ganado la admiración y respeto con su prolífera carrera en el panorama artístico de la Mayor de las Antillas. 
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