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Ni Martí después de la Fernandina, ni Fidel después de Alegría de Pío, ni cuando la amenaza nuclear presagiaba finales apocalípticos para este pueblo, se contempló la opción de la bandera blanca. Levantar ese estandarte vergonzoso y ponerlo sobre el capullo de las palmas, es el verdadero sueño irrealizado del Tío Sam.
No se trata de pequeños pañuelos en manos aisladas, pactando rendiciones por parte de aquellos que han decidido alejarse de la resistencia colectiva, se trata de una rendición mayor que significaría el final de esta historia de luchas,