Durante décadas, «me saqué el bombo» fue mucho más que una frase popular en Cuba. Era el ritual que cada año alimentaba la ilusión de miles de familias que veían en el Programa de Visas de Diversidad —formalmente conocido como Diversity Visa (DV) y coloquialmente como «el bombo»— su única vía concreta para emigrar legalmente a Estados Unidos.
Sin embargo, este 2025, el proceso transcurre bajo una incertidumbre sin precedentes, amplificada desde el 9 de junio, cuando entraron en vigor nuevas restricciones de viaje (travel ban) de la Administración Trump, amparadas en la sección 212(f) de la Ley de Inmigración. La proclama no prohíbe de manera explícita la emisión de estas visas ni las incluye entre las posibles excepciones, sin embargo, es el argumento para la denegación. A los ganadores del bombo les han permitido programar sus citas, hacerse los exámenes médicos y pagar las tarifas consulares, pero al llegar a la entrevista final, muchos reciben la misma respuesta: visa denegada por razones de seguridad nacional.
Antes del travel ban, las visas de varios cubanos fueron denegadas bajo el argumento de supuestas afiliaciones políticas con el Partido Comunista de Cuba (PCC). Según el testimonio de decenas de solicitantes, antecedentes laborales o académicos —haber trabajado en entidades estatales o estudiado en las universidades del país— han bastado para cerrarles la puerta aunque no formaran parte de organización política alguna.
Lo que durante años fue un camino legal se ha transformado en una suerte de ruleta costosa y desgastante, sin garantías reales. En mayo de 2024, fueron cientos los cubanos que celebraron haber sido seleccionados en el sorteo para el año fiscal 2025. Se organizaron, reunieron papeles, vendieron pertenencias para pagar los trámites y comenzaron a planificar un futuro que por fin parecía posible.
Hoy, quienes no lograron terminar el proceso y emigrar a Estados Unidos por esta vía, avanzan por la parte final del trayecto con la sensación de estar caminando a ciegas, sin saber si lograrán cruzar la meta.
Denegaciones de visas
A sus 25 años, Lia ha vivido una de las decepciones más grandes de su vida. Después de ser seleccionada en el sorteo de visas de diversidad para el año fiscal 2025, creyó que finalmente podría emigrar a Estados Unidos. Aplicó sola, cumplió con cada paso, pero el proceso terminó con una negativa que aún no logra entender.
Aunque su número había salido publicado en el boletín de visas desde noviembre de 2024, un error en el formulario DS-260 retrasó su cita consular, que finalmente se programó para el 2 de junio de 2025. Antes de presentarse en la embajada, se sometió al chequeo médico (5 de mayo) y participó en la revisión de documentos (21 de mayo). Tuvo que solicitar un préstamo para poder cumplir con los requisitos.
En total, estima haber gastado alrededor de 430 USD, incluidos 33 000 CUP del chequeo y 330 USD de la cita consular. Aparte, también gastó alrededor de 30 000 CUP en transporte desde su provincia a la capital.
Nada parecía indicar que algo saldría mal, hasta que llegó a la entrevista.
«El cónsul empezó a decirme que si yo pertenecía al PCC. Le dije que no. Me dijo que si había estudiado en la universidad tenía que haber sido de la Juventud. Le expliqué que no. Me preguntó por mi trabajo y le dije que fui profesora por cuatro años. Entonces insistió en que era raro que no hubiera pertenecido a ninguna de esas organizaciones».
Al finalizar, el oficial le comunicó que su visa había sido denegada. Le entregaron una hoja con el motivo: «Posible afiliación al PCC».
Para Lia, fue una decisión injusta, pue