LA HABANA, Cuba. – Con la Cumbre del Grupo de los 77 (G77) + China sobre “retos actuales del desarrollo, el papel de la ciencia, la tecnología y la innovación”, el Gobierno cubano buscó reposicionarse como gran conductor de los países del Sur, al estilo de Fidel Castro. El reclamo del cese del “bloqueo” y la no la inclusión de Cuba en la lista de patrocinadores del terrorismo en la Declaración Final fueron objetivos primordiales. Raúl Castro asistió a las sesiones y recibió a varios presidentes y primeros ministros. António Guterres, secretario general de la ONU, llamó “amigo” a Miguel Díaz- Canel, según se escuchó en la Televisión Cubana.
A diferencia de los derroches del pasado, las autoridades recalcaron que sería una cumbre austera, seguramente no tanto por consideración a las privaciones impuestas a la población, sino por las reclamaciones de los miles de millones de dólares en deudas y las aspiraciones a recibir más ayuda internacional. Cuánto se importó para acomodar y alimentar a los participantes, en un país donde ni siquiera se produce azúcar, nunca se sabrá. Días antes hubo prolongadísimos cortes