Hoy, en Guadalupe, sobre la pista, en la piscina o en la cancha se habla un solo idioma, aun cuando en holandés, papiamento, creole, francés o inglés, se crean las tácticas para vencer en la emulación pacífica que es el deporte. Los I Juegos del Caribe no serán del abolengo de unos Olímpicos, pero llevan dentro de ellos el espíritu de fraternidad, integración y amor a esos pueblos, curtidos por la historia en una fortaleza que se expresa en una amalgama multiétnica y multinacional que la da su propia riqueza cultural.
Desde las raíces indígenas de los aruacos, procedentes de la Amazonía; los amerindios, hasta la llegada, en condiciones infrahumanas, de los hijos de África, el Caribe fue formándose en un bravo pueblo que sigue resistiendo, y que hoy se engalana con esta competencia multideportiva.
Por eso, más que ganadores, la medalla de oro es para los hijos que habitan las numerosas islas que se posan sobre este mar, y que a fuerza de voluntad y frente a imperios de todo tipo se han crecido, hasta llegar a tener sus propios Juegos. Son ya una oportunidad para fortalecer sus movimientos deportivos y un sello de identidad en el universo deportivo mundial.
Cuba, con un poderoso movimiento atlético, capaz de estar entre las 15 primeras naciones de los pasados Juegos Olímpicos, no llega a Guadalupe a mostrar su maestría ni a vanagloriarse de sus medallas. La mayor isla de esta región, que con 100 910 kilómetros cuadrados casi posee la mitad de los 235 780 kilómetros cuadrados de la geografía caribeña, va a aportar, con lo mejor de sus deportistas en edades menores de 23 años, a esta fiesta de los pequeños gigantes; a retribuirle con el mejor esfuerzo de sus atletas a que estas lides crezcan en calidad y espectáculo.
Para la Mayor de las Antillas el deporte es una expresión de los lazos de amistad y reconocimiento a la historia de esta región. Son esos estrechos vínculos, del cual el escenario que nace no es una excepción, los que han convertido a Cuba –al decir de su viceministra de Relaciones Exteriores, Josefina Vidal, en la reciente feria Expocaribe, celebrada en Santiago de Cuba–, en el único país latinoamericano en el que la totalidad de los países caribeños están representados a nivel de misiones diplomáticas propias.
Más allá de títulos y récords, el podio de premiaciones estará habitado por ese azul del mar que baña a las bellas ínsulas de este lado del planeta, y que tomó su nombre por la hidalguía de los guerreros Caribes. Dijo Fidel, el 24 de agosto de 2008, al referirse a la entrega de los deportistas cubanos: «para el honor medalla de oro». Hoy hubiera expresado: para el Caribe medalla de oro.