HAVANA WEATHER

La historia intelectual que necesitamos

Hay que felicitar a La Tizza por su iniciativa de abrir espacio a análisis sobre algunos proyectos intelectuales que existieron en la postrevolución cubana, y que terminaron, en todos los casos, sacrificados en el altar de la intolerancia y la pasión totalitaria. A modo de inventario recordaré, aparte de los emblemáticos Pensamiento Crítico y CEA, a Paideia, al Proyecto Castillo, Magín, Habitat Cuba, entre otros.

Creo, sin embargo, que hacerlo con artículos como el de Luis Suárez (LS) sobre el CEA, es contraproducente. Sucede que estos temas son cuartos llenos de humo, y el referido artículo lejos de abrir una ventana, insufla más humo. Aunque no sería honesto si me declarara un fan del pensamiento y la actuación de LS —ni hace un cuarto de siglo, ni ahora— debo reconocer sinceramente sus méritos.

Fue en los años del CEA un hombre valiente, un funcionario letrado que consiguió poses intelectuales meritorias, aun cuando nunca fue —ni es— un intelectual, a menos que echemos mano a la socorrida metáfora gramsciana de «intelectual orgánico» y le agreguemos una aclaración: frustrado por las rigurosidades partidistas.

Asimismo, lo que es en cierta medida meritorio, ha sido también un hombre fiel al sistema político cubano, al que acostumbra a denominar unas veces «revolución», otras «socialismo», o, estirando más: «marxismo cubano». Conmueve su permanencia al lado del «partido» al que concibe cual una entelequia, que para él resume una utopía pero que en la vida real le reprimió y reprimió a su familia, le desposeyó de medios de vida, lo calumnió y humilló de manera pública. Realmente, LS se conduce como lo haría un monje con fe en una doctrina.

Probablemente por eso, la historia que LS nos propone es la antihistoria del CEA. Se trata de un relato de incidentes y hechos como sacado de un informe a una asamblea de balance, con la semi-carta de Raúl Castro subiendo y bajando. Su objetivo fundamental es jurar lealtad y querer demostrar que el CEA —es decir, él— siempre fue leal y orgánico a «la Revolución». Solo por eso el artículo es farragoso. Pero hay algo peor que el aburrimiento: la retinosis ideológica y la falsedad.

Historia intelectual

Luis Suárez Salazar

Las fotografías de Stalin

LS manipula la historia del CEA, y hace lo que Stalin —y todos sus herederos— hacían con las fotos y las memorias: retoques discriminatorios y eliminación de lo inconveniente. Nunca menciona a figuras importantes como Camilo Domenech, subdirector por varios años e impulsor de algunos pasos progresistas como la revista y la computarización. Tampoco a Gerardo González, quien fue investigador del CEA por diez años y dejó toda una obra dedicada al Caribe.

Cita la participación de Aurelio Alonso en una investigación sobre municipios que dirigí —y es cierto, y agradezco a Aurelio su excelente disposición— pero Gerardo lo hizo por tres años: ¿su contribución no fue válida? Omite a Alberto Álvarez, quien llegó a ser jefe de departamento, y escribió, junto a Gerardo, un libro en 2001 sobre el proceso CEA —Intelectuales vs Revolución— que, gústele o no, es una referencia obligada. ¿Por qué esas omisiones?

A Maurizio Giuliano lo denosta vulgarmente, a pesar de que su libro —El caso CEA: Intelectuales e inquisidores en Cuba— se basó en documentos que alguien del CEA le dio, y que todos celebramos al saberlo. A mí me cita mucho, ¿qué remedio?, pero obvia una parte de mi obra, por ejemplo, un libro sobre la participación en Cuba, un artículo que hizo coyuntura acerca de la reestructuración del consenso, y mis proyectos enfocados en movimientos comunitarios que habían logrado una interesante sinergia con activistas sociales de lo que entonces veíamos como una naciente sociedad civil.

Luego me dedica dos párrafos propios de un apparatchik decepcionado, pero que imagino necesarios para su rito de pasaje hacia la «familia revolucionaria». Me describe saliendo del país por decisión propia, como un traidor a la comunidad nacional, y un falsario reiterado y agresivo contra quienes fueron los colegas del CEA. Obviamente no voy a descender al lodazal de LS, excepto para aclarar dos cuestiones, diría que metodológicas.

Solo recuerdo haber publicado un artículo sobre la historia del CEA, que los lectores pueden leer y contrastar con los juicios de LS. En él, y en otros asuntos colindantes en los que he opinado, siempre abordo el tema con absoluto respeto a todos los participantes, porque francamente creo que, matices aparte, todos se comportaron a la altura del momento. Lo cual, y esto debe quedar claro, no me exime de la responsabilidad intelectual de criticarles cuando se alinean con posturas lamentables referidas a la política interna y exterior del gobierno cubano.

Deseo igualmente reafirmar el único punto que LS no adultera: respecto a los inquisidores que nos violentaron, ocasionaron la muerte de un querido colega y nunca se han disculpado, siempre mantendré una posición pública de profundo desprecio y hostilidad sin cuartel. Si LS ha decidido mantener con ellos una relación de conformidad y armonía para ser reingresado a la «familia revolucionaria», que lo haga.

Yo lo entiendo cuando ofrece una tierna reflexión sobre el pensamiento del presidente cubano Díaz Canel,  que, según afirma, nos convocó a todos «con la mirada puesta en el futuro», a seguir pensando para «dotar a la nación de un cuerpo teórico indispensable a este momento preñado de urgencias»; pero le ruego que no me evalúe desde mi incompatibilidad con ese ejercicio de genuflexión masoquista.

Historia intelectual

El Centro de Estudios sobre América, en La Habana. (Foto: Cubaencuentro)

¿Era el CEA orgánico políticamente a algo en Cuba?

 El informe burocrático de LS pretende demostrar que éramos orgánicos a la «revolución» y al «socialismo» cubanos, solo que no fuimos comprendidos y los compañeros de la dirección política cometieron un error que más adelante subsanaron con darnos buenas opciones de empleos y algunas medallas. En el mejor de los  casos, ese es un desvarío de LS. Primero, porque en los noventa ya no había Revolución cubana. Ella terminó en la primera mitad de los sesenta y fue sucedida por una etapa postrevolucionaria basada en los subsidios soviéticos. Lo que vivíamos en los noventa era la desintegración de ese «pacto» postrevolucionario.

En consecuencia, ni la Revolución, ni la postrevolución fueron nunca socialistas, pues esta cualidad se define por la socialización del poder, y lo que vivimos en esos años fue una brutal concentración totalitaria del poder y el aniquilamiento de todo espacio social autónomo, incluso de las familias. Hoy no es fundamentalmente diferente, solo que el Estado no puede hacerlo como antes, la sociedad no quiere ser como antes y la movilidad social que la postrevolución garantizó se realiza principalmente fuera del país.

Entonces, lo confieso, todos creímos que éramos orgánicos a algo en el sistema, pero en realidad no lo éramos. Los dirigentes que nos visitaban —Hart, Prieto, Alarcón, Robaina, Ross, etc—, lo hacían por pura curiosidad y como una suerte de ducha herética entonces de moda. Las pocas puertas que se nos abrían —yo entré por algunas de ellas— eran iniciativas que nada decidían.

Nos toleraron hasta 1996 por la crisis y por dos razones. La primera, que estaban anonadados ante el estropicio que habían creado. La segunda era más prosaica: el CEA fue una fuente de ingresos, en particular desde mis proyectos. Por ejemplo, todos los meses yo firmaba un recibo por 1,2 mil dólares que eran teóricamente mi salario, los cuáles pasaban a las arcas del PCC. Y cada trabajo de campo, que hacíamos con viáticos escuálidos en pesos, y alojados en lugares muy poco saludables; aparecían en los informes de proyectos con fuertes viáticos en moneda dura y hospedados en hoteles respetables. De esta forma, yo compraba mi derecho, y el de mi equipo, a investigar y eventualmente a opinar.  

Por otro lado, el CEA no era homogéneo intelectualmente. Había un grupo de economistas, cuya figura más brillante era Pedro Monreal, que abogaba por un socialismo de mercado (Nove, Kornai, Elson), y que publicó un libro que hizo coyuntura sobre la reforma de la economía cubana. No eran tecnócratas, sí diría que socialdemócratas, y estoy seguro de que si hubieran prestado atención a Carranza, Pedro y Luis, hoy Cuba fuera mejor. Pero ese grupo convivía con otro, donde me incluyo, más inclinado a la izquierda, que centraba su atención en las cuestiones de la democracia, la participación y los poderes comunitarios, y que también publicó varios libros de fuerte influencia, a pesar de que muchos ejemplares fueron destruidos en 1996.

No obstante, en esta convivencia contradictoria no existían brechas insalvables, pues en última instancia estábamos dispuestos a reconocer que la solución cubana pasaba por un uso más intenso del mercado, solo que con espacios autónomos de gestión y contestación social para contrarrestar sus efectos. Rememoro al respecto una frase de Pedro, ellos abogaban por «tanta participación como fuera posible». Aunque marchábamos por sendas diferentes, sostuvimos algunos debates que siempre recordaré con aprecio por la altura de los argumentos y que fueron vitales para mi formación profesional.

En este sentido, el CEA se encaminaba a madurar como una «comunidad epistémica», influyente en el ámbito público en que nos movíamos y con una atención creciente de la sociedad. Recuerdo que el mismo día, a principios de marzo, en que nos comunicaron la decisión del Buró Político de prohibir los estudios de Cuba en el CEA, habíamos concluido un taller sobre economía comunitaria al que asistieron unas sesenta personas, incluyendo alcaldes, activistas comunitarios, etc. Curiosamente, fue esa la actividad que primero impugnaron en una reunión previa al ataque del V Pleno del Comité Central.

No obstante, nuestro radio de acción era limitado y, sobre todo, retráctil, de manera que cuando sonó la alarma del V Pleno, todos los «amigos» desaparecieron. Algunos festejaron la oportunidad de beneficiarse con algunos rastrojos institucionales (por ejemplo, el control de LASA), la mayor parte se escondieron, y los pocos que nos visitaron lo hicieron furtivamente, como para dar el pésame. En resumen, no teníamos partisanos sino transeúntes curiosos.

 Esto plantea un drama que han encarado los proyectos intelectuales críticos en Cuba: la inexistencia de una «opinión pública» y de espacios sociales autónomos; en consecuencia, ellos solo duran mientras el sistema consienta la crítica. Es la historia de Pensamiento Crítico y del CEA, aun cuando entre ambos existe una diferencia crucial en cuanto a sus propósitos. Pensamiento Crítico sí fue orgánico a tendencias políticas que aún operaban en la postrevolución temprana (1965-1971); el CEA nunca lo fue. Todo un tema a discutir.

Historia intelectual

(Imagen: Cedinci)

¿Qué análisis se necesita?

Lejos de los recuentos burocráticos, sugeriría un debate basado en el aborto de las comunidades epistémicas y el costo que ello ha tenido para el pensamiento social cubano. Nuestro principal lastre siempre ha sido la dificultad para establecer vínculos con la sociedad, siquiera académica. La Universidad de La Habana, conservadora como sus casi tres siglos, nunca nos abrió las puertas, y cuando entrabamos por alguna rendija era para hacerlo según reglas acordadas. Siempre hablamos a medias para garantizar la sobrevivencia, por esa razón éramos más conocidos y mejor evaluados fuera de Cuba, pues era allá donde teníamos los mejores podios y nos expresábamos con mayor libertad.

Hoy la situación ha variado en un sentido: existen mayores espacios autónomos, unos consentidos por el sistema —como fue Cuba Posible y continúan siendo los Jueves de Temas—, y otros arrancados a la fuerza, oposicionistas, que comienzan a usar el espacio público, esencialmente virtual, como lugar de acción. Reconozco el mérito de los primeros y admiro profundamente a los segundos. Cabría preguntarse dónde estaría aquel CEA, si aún existiera, y no encuentro una respuesta. Posiblemente porque treinta años después habría tenido que desaparecer, fuera por implosión interna o por el desgaste de la propia vida.  

Y aquí termina mi nota. Deseo éxitos a La Tizza por su iniciativa, y no menos a Luis Suárez, a quien, de paso, recomiendo que deponga eso que Nietzche llamaba «la pasión del resentimiento» y que evidentemente está dañando su juicio e imagen, y, como un favor personal, que no me siga usando para sus ejercicios de paleo de lodo. Si no tiene más remedio que hacerlo, que lo haga en otra dirección.

***

Comentario al artículo de Luis Suárez Salazar, «El Centro de Estudios sobre América (CEA): Apuntes para su historia».

Comparte:
Publicaciones

Artículos Relacionados

 

Contáctenos

 

Si desea contactar NoticiasCubanas.com, el portal de todas

las noticias cubanas, por favor contáctanos.

¡Estaremos felices de escucharlo!

 

Con gusto le informáremos acerca de nuestra oferta de publicidad

o algún otro requerimiento.

 

contacto@noticiascubanas.com

 

 

Términos de uso

NoticiasCubanas.com es gratis para todas las personas, nosotros no cobramos ningún cargo por el uso del sitio de ninguna manera. Leer los artículos es completamente gratis, no existe ningún costo oculto en nuestro sitio.


Proveemos una colección de noticias cubanas, noticias internacionales sobre Cuba para cualquier persona interesada. Nuestros usuarios utilizan NoticiasCubanas.com bajo el acto de libre elección y bajo su propia Responsabilidad.

Nosotros no recolectamos ningún tipo de información de nuestros usuarios, no solicitamos ninguna dirección electrónica, número telefónico, o ningún otro tipo de dato personal.

 

Medimos el monto de tráfico que noticiasCubanas.com recibe, pero no esperamos compartir esta información con alguien, excepto nuestros socios de publicidad. Nos regimos bajo las normas Cubanas en cada cuestión legal, cualquier aspecto no clarificado aquí debe ser considerado sujeto bajo el sistema Legal de Cuba.

 


Oferta


Si deseas saber como tu sitio de noticias puede formar parte de nuestro sitio NoticiasCubanas.com, o si deseas publicidad con nosotros.

 

Por favor, póngase en contacto para mas detalles.

Estaremos felices de responder a todas tus dudas y preguntas sobre NoticiasCubanas.com. ¡La casa de todas las noticias cubanas!

contacto@noticiascubanas.com


Sobre nosotros

NoticiasCubanas.com es la casa de todas las noticias cubanas, somos un sitio conglomerado de noticias en Cuba. Nuestro objetivo es darle importantes, interesante, actuales noticias sobre Cuba, organizadas en categorías.

Nosotros no escribimos noticias, solo recolectamos noticias de varios sitios cubanos. Nosotros no somos parte, solo proveemos noticias de todas las fuentes de Cuba, y de otras partes del mundo.

Nosotros tenemos un objetivo simple, deseamos brindarle al usuario el mayor monto de noticias con calidad sobre Cuba, y la visión que tiene el mundo sobre Cuba. Nosotros no evaluamos las noticias que aparecen en nuestro sitio, tampoco no es nuestra tarea juzgar las noticias, o los sitios de las noticias.

Deseamos servir a los usuarios de internet en Cuba con un servicio de calidad. Este servicio es gratuito para todos los cubanos y todos aquellos que estén interesados en las noticias cubanas y noticias internacionales sobre Cuba.