Los Warriors elevan su estatus de dinastía al olimpo del baloncesto
Cuatro anillos en ocho temporadas, un registro de leyenda. ¿Qué se necesita para ser considerado como dinastía? Los Golden State Warriors ponen a prueba el imaginario colectivo tras alzarse otra vez más con el título de campeón de la NBA.
Se entiende como dinastía un “grupo en cuyos integrantes se mantiene durante el tiempo un título u ocupación“. ¿Qué tal la ocupación de campeones? Así son los Warriors, que han sabido lamerse las heridas y volver a saborear el éxito tras unos años de ausencia del olimpo del baloncesto.
Formaron uno de los mejores equipos de todos los tiempos desde 2015 hasta 2018 y lo hicieron siendo fieles a su identidad. Trabajo, desarrollo y esfuerzo. El talento no es más que el fruto de todo lo anterior. Tras caer en las Finales de 2019 ante Toronto muchos les dieron por muertos, pero nada más lejos de la realidad.
Lo que hace que una dinastía perpetúe en el tiempo es precisamente eso, la capacidad de rearmarse y de seguir construyendo bajo unos mismos principios, bajo la misma cultura de trabajo.
Los Warriors no han cambiado tanto. Ya no tienen a Kevin Durant en sus filas pero la columna vertebral sigue siendo la misma. Steph Curry, Klay Thompson y Draymond Green son historia viva de este deporte. Juntos han logrado lo que miles y miles de jugadores no lograrán jamás.
Las comparaciones son odiosas pero es imposible no pensar en el trío mágico que hizo grandes a los San Antonio Spurs a principios de siglo. La historia tiene muchas similitudes. Tres anillos de forma más o menos seguida, un descanso para coger impulso y un cuarto título al de un tiempo.
Tim Duncan, Tony Parker y Manu Ginobili fueron la cara de la dinastía que lideró Gregg Popovich. Ahora, Steve Kerr ha replicado su éxito. Él formó parte de grandes equipos antes y no ha hecho más que poner en práctica y perfeccionar esa fórmula de éxito.
(Con información de Mundo Deportivo)