La voz de Vivir Quintana ha crecido exponencialmente al margen de las corporaciones mediáticas. Se multiplica de oído a oído, de corazón en corazón, de audiencia en audiencia, de comunidad en comunidad, de país en país, contando con el acelerador de las redes sociales, recursos y autopistas a los que se les debe sacar filo en las batallas contrahegemónicas de nuestro tiempo, si se quiere revertir el imperio de la estulticia y de la uniformidad del consumo cultural.
No es obra de la casualidad ni favor que en el concierto que clausuró la serie de exitosas e impactantes presentaciones de Silvio Rodríguez en México, el encuentro en la Plaza del Zócalo, de la capital, Vivir haya tenido a su cargo la apertura.
La voz de Vivir ha sido asumida como la voz de ellas y ellos, mexicanas, mexicanos y muchos y muchas en la Patria Grande, desde que lanzó Canción sin miedo, en 2020, en vísperas del Día Internacional de la Mujer. Fue la respuesta de la cantante, alentada por su par chilena Mon Laferte, a la impunidad con que en muchos lugares del continente se cubre un hecho absolutamente atroz: el feminicidio.
La canción tomó las plazas y calles de las ciudades mexicanas y muy pronto se extendió a otras tierras de la región y ha llegado a Estados Unidos, Francia y a España. En un año, la grabación en video de la autora logró nada menos que ocho millones de reproducciones en su canal de Youtube. Canción sin miedo ha alzado el vuelo en colaboraciones notables de la cantautora con el coro femenino El Palomar y el Mariachi Mexicana Hermosa.
«A cada minuto, de cada semana / nos roban amigas, nos matan hermanas / destrozan sus cuerpos, los desaparecen», rezan los primeros versos de la canción. En otro momento clama: «Cantamos sin miedo, pedimos justicia», como para dejar bien clara la demanda puesta en música: ir más allá de la denuncia en favor de la reparación social. «No podemos dejar a nuestros agresores –ha dicho– la comodidad del silencio».
Ella se declara feminista, pero tiene conciencia de que la erradicación de la violencia de género es un tema que compete no solo a las mujeres sino a toda la sociedad, que solo mediante el compromiso inclusivo, el que trabaja por la verdadera equidad, podrán lograrse avances a la altura de lo que la emancipación del género humano requiere. En esto también ha apartado cualquier sombra tendenciosa al decir: «No es partir dos bandos, no es hombres contra mujeres ni mujeres contra hombres. Es plantear la igualdad donde podamos estar todos sin abusar de sus posiciones sobre otras personas». En tal sentido, se empata con la perspectiva que entre nosotros ha cultivado Rochy Ameneiro, a la vanguardia de la música que afronta el problema de la violencia de género.
La poética de Vivir Quintana es directa, sustentada en su poderosa emisión vocal y en una estética musical que se emparenta con tradiciones locales y regionales. Al escucharla, uno siente la cercanía con la chilena Violeta Parra, la argentina Mercedes Sosa, la dominicana Sonia Silvestre, la cubana Sara González, la peruana Susana Baca, la brasileña María Bethania y sus compatriotas Eugenia León, Cecilia Toussaint y Lila Downs.
Pero también hay vasos comunicantes con una amplia zona de la nueva canción latinoamericana abonada en el mismo México por un Óscar Chávez que nunca dejaremos de recordar.