Un verdadero flagelo a nivel global resulta el trabajo infantil que, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), afecta a más de 150 millones de niños en el mundo.
La propia OIT, que recalca cómo este tipo de actividad compromete seriamente el desarrollo de los infantes y pone en riesgo sus vidas, señala a la pobreza como principal causa de este problema, y especifica que África sigue siendo el continente con la cantidad más elevada de niños trabajadores, con un 19,6 % del total; seguida de Asia Pacífico, con un 7,4 %.
Las cifras revelan, además, que en el sector agrícola se emplea el 71 % de esa masa infantil explotada, y que más de un millón de niños, en ese contexto, es víctima de abuso sexual.
Las evidencias dejan claro que en un sistema de clases dominado por el capital y regido por las ganancias, existen empleadores necesitados de conseguir mano de obra barata e ignorante para realizar trabajos extremos, y los niños son las principales víctimas.
Lo peor de esta práctica ha sido su naturalización en el seno de las sociedades capitalistas. La mayoría de estos infantes carece de un certificado de nacimiento, o sea, ni siquiera «existen». A su vez, padecen las deficiencias de los sistemas educativos y muchos padres no los envían a las escuelas.
Se ha precisado que no todas las actividades de contribución social realizadas fuera del horario docente deben considerarse trabajo infantil; ello dependerá de la edad del niño, del tipo de labor en cuestión y de la cantidad de horas que se le dedica, las condiciones en que lo realiza, y los objetivos que persigue. Sí lo son todas aquellas que los privan de la oportunidad de asistir al colegio o los obliga a abandonar la escuela.
En consecuencia, la OIT aprobó dos convenios (No. 138 y 182) relativos a este tema, y que todos los Estados tienen la obligación de respetar y promover, a fin de prevenir y abolir el trabajo infantil.
Cuba, como Estado miembro de la OIT, tiene prohibido esta práctica y protege a los niños de cualquier explotación. Muestra de ello es que la contratación de menores de 17 años como mano de obra está tipificada por la Ley como delito.
Además, la Isla es firmante de la Convención sobre los Derechos del Niño, en vigor desde el 20 de septiembre de 1991, cuando fue publicado su texto íntegramente en la Gaceta Oficial, con una declaración firmada por el Presidente del Consejo de Estado.
Para confirmar este tratado en los términos actuales y futuros, el proyecto del nuevo Código de las Familias, discutido recientemente por toda la sociedad y que será llevado a referendo, retoma estos postulados, al asegurar, en varios de sus artículos, el desarrollo integral del niño bajo el cuidado responsable de su familia o de personas que lo garanticen plenamente, en un entorno de felicidad, amor y comprensión.
El hecho de que exista el trabajo infantil es vergonzoso para la sociedad civilizada, una deuda terrible de la humanidad con su presente, que hipoteca su futuro, y que en Cuba –contrario a lo que sí padecen los países del capitalismo rancio que lo sopesa todo con las escalas del valor mercantil– se prohíbe y sanciona severamente.