Con motivo de la celebración de los 120 años del establecimiento de las relaciones entre el Reino Unido y Cuba, mucho hay que hablar de cuánto una nación le ha aportado a la otra en el terreno de la cultura.
A propósito de tal acontecimiento, hay un tema que resulta oportuno abordar en lo concerniente al origen del valioso legado de diferentes agrupaciones del rock anglosajón que no son necesariamente estadounidenses, sino británicas. Quizá para algunos, cuando se menciona la palabra rock, se piensa en Estados Unidos, por ser el lugar donde nació el rock and roll, pero desde mediados de los años 60 del pasado siglo, el Reino Unido se ha convertido en la sede de una personalísima manifestación del rock que ha hecho historia en los anaqueles del género.
Para los cubanos hablar de Los Beatles es hacer referencia no solo a una música que nos acompañará por siempre, sino también a la herencia creativa de sus integrantes por separado. Y cada vez que se mencione a Los Beatles, aparecen en escena los londinenses de los Rolling Stones, a quienes tuvimos la oportunidad de disfrutar en concierto en la Ciudad Deportiva.
Otra dualidad similar que persiste, surge cuando alguien comenta la obra de Led Zeppelin, y no deja de salir el que los quiere comparar con Deep Purple, como si se tratara del desafío por la Copa en una final del fútbol. Y si acaso pareciera que estos grupos mencionados fueran más que suficientes para colocar al rock inglés en un sitial de honor, ¿qué hacemos entonces con el Freddie Mercury, de Queen, quien tan favorablemente nos ha impactado con un repertorio de canciones extraordinarias? Precisamente, el rock británico de esta época a la que hacemos referencia, tiene el mérito de haber sido sorprendentemente distinto al proveniente de Norteamérica, hecho que en buena medida está matizado por el peso de las raíces culturales europeas.
Enfrentar la obra de emblemáticas agrupaciones británicas como Genesis, Pink Floyd o Emerson, Lake and Palmer significa asumir un estadio académico superior del rock, sin abandonar para nada la intensa pasión que lo distingue, mientras que en otros grupos como Yes y King Crimson se recrean sinfonías apropiadas para una experimental sonoridad electrónica, algo verdaderamente inusitado hasta ese entonces en la música contemporánea. Incluso hasta el folclor sajón, promovido desde la perspectiva del rock, escala la mayor popularidad debido al desempeño del virtuoso flautista Ian Anderson en la agrupación Jethro Tull. Otros nombres igualmente relevantes como los de Eric Clapton, Sting y Elton John figuran en una extensa relación de personalidades de la cultura británica que los cubanos disfrutamos ampliamente, como para confirmar, una vez más, que la buena música contribuye a entrelazar la profunda confraternidad entre ambos pueblos.