En la escuela de la Comunidad 21, enclavada en la zona montañosa del sureño territorio, se ejecutaron numerosas acciones constructivas que contribuyen a elevar la calidad del proceso docente-educativo
El Mayor Edward Hegüis, al frente del Comando de Bomberos de Trinidad, asegura que muchos brazos apoyaron la reparación de la escuela, orgullo de los lugareños. (Fotos: Juan Carlos Naranjo)
Aunque para llegar hasta la Comunidad 21 haya que desafiar casi 40 kilómetros desde la cabecera municipal, y casi la mitad de monte adentro, el Comando de Bomberos de Trinidad recorrió el trayecto más de una vez y no precisamente para sofocar un incendio. Su misión, igualmente generosa, devolvió la belleza a la pequeña escuela ubicada en este poblado montañoso.
Con nombre de prócer independentista, Carlos Manuel de Céspedes, el plantel multigrado y con una matrícula de ocho estudiantes es el orgullo de los lugareños; por ello sobraron las manos para ayudar cuando el mayor Edward Hegüiz Moya y sus compañeros vistieron trajes de albañiles y constructores en pleno lomerío.
Antes, como parte de un ejercicio que desarrolla el Ministerio del Interior y el Cuerpo de Bomberos en el Plan Turquino, el oficial recorrió centros estratégicos y conversó con habitantes de las serranías. “Una de las preocupaciones que se constataron fue el desfavorable estado constructivo del centro educacional y la imposibilidad de la dirección de Educación en el municipio para respaldar con financiamiento las acciones de mantenimiento. Decidimos entonces asumir la reparación y convocar a los vecinos”, cuenta todavía sorprendido del respaldo popular con que fue recibida la propuesta.
A Heidi Milián la idea de una escuela nueva casi le arrancó las lágrimas. A la maestra de la comunidad le preocupaban el deterioro de las redes hidráulicas y eléctricas, el mal estado de la carpintería y la falta de pintura. “Es de las instituciones más importantes en el asentamiento y en medio de las limitaciones del país y de los problemas que enfrenta nuestro sector con el presupuesto, una iniciativa como esta de verdad se agradece”, dice e invita a Escambray a recorrer los locales remozados.
El delegado de esa circunscripción, Jorge Luis Pérez, fue de los que trabajaron codo a codo con los oficiales y soldados del Comando de Bomberos. Los padres y representantes del resto de las organizaciones de la zona participaron también en las diferentes labores. “Una vez más se puso de manifiesto lo que puede lograr el trabajo comunitario integrado en la solución de los problemas”. No le falta razón a quien ha implementado la fórmula una, dos y muchas veces con resultados sobresalientes, porque no todo depende de recursos; la creatividad también cuenta.
LOS PADRINOS DE LA ESCUELA
La escuela Carlos Manuel de Céspedes constituye uno de los 21 centros educacionales desperdigados en el lomerío como los mismos cafetales que dan sustento a estas familias. Desde la Dirección Municipal de Educación se mantiene —a pesar de los kilómetros— un vínculo estrecho con el propósito de garantizar atención metodológica a los docentes y a los alumnos de esos planteles, según manifiesta Nora Isabel Rodríguez, la subdirectora que atiende estas instituciones en el Plan Turquino.
Iniciativas como la del Comando de Bomberos se agradece, y mucho. Trinidad es uno de los municipios espirituanos con un marcado deterioro de su red escolar, pues 24 de sus instituciones educacionales muestran una situación constructiva evaluada de regular o mal. La idea de encontrar “padrinos” para mejorar estas condiciones permite concentrar las energías en la calidad de la enseñanza y en la implementación del tercer proceso de perfeccionamiento de la educación, de acuerdo con la funcionaria.
Para el jefe del Comando de Bomberos regresar a la escuela de la Comunidad 21 tiene otra significación: “Parte de mi familia es de la zona; estudié en este centro del cual guardo recuerdos muy bonitos. Siento mucho orgullo de mis raíces y de la dedicación de todos mis maestros”, refiere y sus recuerdos se endulzan con el aroma de los cafetos.
Después de contactar con el Departamento de Inversiones de la Dirección de Educación, el oficial Hegüiz Moya y sus compañeros no necesitaron mucho tiempo para cumplir su “misión”. Con los insumos que pudieron reunir se presentaron en el plantel y otros brazos se sumaron de inmediato. “El Comando también aportó algunos recursos. Se repararon las redes hidráulicas y eléctricas, se colocaron luminarias en el exterior y el interior del centro, se sustituyeron tres puertas, que fueron hechas en el propio asentamiento, se reparó el acceso a la escuela y finalmente se pintó”, detalla.
A su lado, la maestra Heydi Milián elogia la dedicación del grupo de bomberos y los padres para mejorar la infraestructura de la institución. “Aunque no es una matrícula grande, el proceso docente-educativo se desarrolla con las mismas exigencias. Los estudiantes son muy aplicados y trabajamos con ellos diferentes proyectos culturales gracias a los instructores de arte que contribuyen también a su formación”, agrega la educadora con profunda convicción martiana.
Y no faltan las evidencias de las habilidades de los niños en el canto, la poesía o la danza; no solo durante la realización de los matutinos, sino en cuanta actividad se organiza por esos lares. La escuela es, sin duda, el centro cultural más importante de esta comunidad sembrada en el lomerío trinitario.
