La noticia de los play off fue el huracán de Mayabeque

Se encendieron los play off. Los que ganaron el miércoles perdieron ayer, salió airoso el campeón defensor, los novatos en estas lides abrieron por la senda ancha y un desplante antiético enturbió una fiesta que es de pueblo, porque es, como destinatario de las emociones y de los saberes del juego de pelota, el que lo ha encumbrado como patrimonio cultural de la nación.

Pero la noticia fue Mayabeque, matizada por un matrimonio mágico que su director, Michael González, ha contraído con la victoria: clasificó a ese equipo por primera vez, dirigió su primer Juego de Estrellas y venció, y ahora triunfa en su estreno en postemporada.

Tres jits después de dos outs fueron la tormenta perfecta de los Huracanes en el tercer episodio para registrar tres veces en la pizarra, lo cual hubiera bastado de cara al histórico triunfo, pues Yadián Martínez, desde la lomita, literalmente domó a los Tigres avileños que vieron cómo sus bates se congelaban ante el control del joven de Quivicán, en una de sus presentaciones en la que más concentrado se le ha visto en su labor.

Martínez completó siete actos sin que le hicieran carreras limpias, pues la del inning inicial fue responsabilidad del error del segunda base Juan Manuel Martínez. Espació siete jits, ponchó a la misma cantidad de oponentes y coronó su faena sin boletos. El mentor mayabequense no arriesgó nada y mandó a su astro Marlon Vega a tirar octavo y noveno, y el muchacho volvió a cumplir.

Reza un refrán beisbolero que cuando hay pitcheo no hay bateo, y si eso le pasa a Ciego de Ávila, el elenco más ofensivo de la 61 Serie Nacional, con 313 de promedio y el de más jonrones (71), la pelota se le cuadricula dentro de su caja cuadrada, y no rueda.

Mientras la noticia huracanada hizo soplar los vientos de alegría en San José de las Lajas, en el Julio A. Mella tunero, el zurdo Yamichel Pérez, y después otro de esa mano, Naykel Cruz, mellaron el filo de las hachas de los Leñadores, en tanto el Cocodrilo de más fuerza en sus mandíbulas, Erisbel Arruebarruena, clavó sus colmillos más allá de las cercas para empujar las únicas tres de los yumurinos. También la solitaria carrera de Las Tunas, en el octavo, llegó por cuadrangular, obra de ese joven de 45 años llamado Danel Castro.

Tampoco pudieron vencer los líderes del calendario regular, pues el pinareño Erlis Casanova dejó en seis imparables en igual cantidad de entradas a los Gallos, a los cuales les toleró una limpia, pese a las cinco bases que concedió. Sus compañeros noquearon a sus adversarios, con 18 inatrapables y seis hombres con dos o más incogibles.

Fue en ese partido en el que la pelota sufrió, no por los golpes de los bates, sino por el maltrato que le ocasionaron los que más tienen que cuidarla. Hablo de peloteros, directores y árbitros. En nuestra opinión, vimos el espectáculo más desagradable de la 61 Serie Nacional, con siete expulsados. Premio el juego aguerrido, la virilidad que es intrínseca a la defensa de la camiseta, pero hay que rechazar la falta de respeto. Ni un bateador, por fogoso que sea, puede denigrar a su contrario; ni un director ha de socavar los códigos de nuestra pasión nacional, y ningún arbitro puede tomar una decisión, aunque sea acertada, y encarar o desafiar a un jugador. Todo eso, lamentablemente, ocurrió ayer en el José A. Huelga. A los Vegueros y a los Gallos los queremos en su máxima expresión: la de su buen béisbol.

Y en Bayamo, los campeones defensores plantaron su condición ante un Industriales indefenso en el pitcheo y poco solvente a la ofensiva, frente a un equipo que se equivoca muy poco y que tuvo en su abridor César García una pieza clave en el triunfo, en el cual Guillermo Avilés disparó su jonrón cien en clásicos nacionales, y la defensa de los jardines, aun sin los Santos, vistió de lujo y seguridad a los Alazanes.

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