Del 6 al 10 de junio próximos se celebrará en Estados Unidos la IX Cumbre de las Américas, o de la parte de las Américas que a los anfitriones les convenga invitar, pues han excluido de la cita a los gobiernos “molestos” del área (Cuba, Nicaragua y Venezuela).
Lo anterior convierte al encuentro, de antemano, en un fracaso, pues dejará fuera a países que mucho pueden aportar y que, en definitiva, pertenecen a la región. A ello se suma el rechazo a la postura de Washington por parte de organizaciones como Caricom y Celac y las declaraciones de los presidentes de México y Bolivia, que condicionaron su participación a que no existan exclusiones.
En ese contexto, desde este 27 de mayo se celebra en La Habana la XXI Cumbre del ALBA-TCP, donde, además de lo ocurrido alrededor de la Cumbre de las Américas, se analizarán temas de interés común para los países de la organización, que cuentan agenda propia.
Sobre la situación regional y lo que representan ambos encuentros para la geopolítica en el área, Cubadebate conversó con Claudia Marín y Pavel Alemán, estudiosos del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI).