HOLGUÍN, Cuba.- “¡Que caro!”, le comentó un joven a su esposa cuando vio los precios de los productos que oferta el departamento de venta a plazos de la tienda La Casa Azul de esta ciudad.
“Queremos comprar una cama, pero no podemos pagar a plazos los 25 000 pesos que cuesta”. Yo soy médico y ella es maestra. El salario no alcanza para comprar la cama ni con facilidad de pago”, dice a CubaNet el joven.
Las críticas no han cesado desde que esta modalidad de venta comenzó a inicios de año. Los productos exhibidos tienen altos precios, un mal acabado y son poco atractivos.
La deficiente gestión estatal perjudica a los clientes, sobre todo a los de bajos ingresos, para los que en teoría fueron creados estos lugares.
“Aquí todo es pura formalidad. Hay que cumplir lo establecido y por eso mantenemos el local lleno de mercancía. Pero no se vende”, asegura a CubaNet Emilio, un empleado que así prefirió identificarse. Comenta que los productos exhibidos se escogen sin un criterio de elección. “No se tiene en cuenta la calidad ni la variedad. A los responsables les da lo mismo porque en definitiva cobrarán un salario fijo a fin de mes”, dice.
Normalización
La venta a plazos de bienes duraderos en Cuba se legalizó tras la publicación de la Resolución 98/2021 del Ministerio de Comercio Interior en la Gaceta Oficial No. 66 Extraordinaria del 20 de julio de 2021. La apertura de este tipo de establecimiento comenzó en La Habana en enero de este año y después se extendió por todo el país. En Holguín inició el primero de noviembre.
La normativa establece que, para acceder a estas prestaciones, es necesario ser ciudadano cubano con domicilio permanentemente en el país; tener más de 18 años, capacidad legal y de pago para concertar obligaciones; e ingresos demostrables, fijos y regulares avalados.
Los trámites comienzan en la mesa de negociación del establecimiento. El pago se hará durante once meses. Antes el cliente deberá abonar como mínimo el 20 por ciento del monto total del artículo. La mercancía se reserva mientras la entidad verifica en un plazo de diez días la capacidad de pago de la persona y la del codeudor.
“Esta es una modalidad comercial pensada para el beneficio de la población con menos posibilidades económicas, que puede adquirir el artículo con pagos a plazo”, dijo Betsy Díaz Velázquez, titular del Ministerio de Comercio Interior (MINCIN).
Sin embargo, los precios son antipopulares en un país donde la pensión mínima es de 1 528, el salario mínimo y el medio son de 2 100 y 4 000 pesos, respectivamente.
“Con el salario que paga el estado no se puede comprar en la tienda. Yo gano 4 210 pesos al mes como contadora en una empresa. Mi esposo tiene un sueldo similar. Necesitamos un juego de sala, pero no podemos comprarlo ni a plazo. Está muy caro. Tenemos un hijo de seis años y casi todo lo gastamos en alimentación. Un litro de leche cuesta 55 pesos, la carne de cerdo a 240, la libra de arroz a 60… no hay bolsillo que aguante”, dice Leticia, una holguinera licenciada en Contabilidad y Finanzas.
En un intento por justificar los elevados precios, David Pena Valiño, especialista principal de la dirección de Ventas minoristas del Ministerio de Comercio Interior, dijo que los proveedores de las tiendas se rigen por el principio de oferta y demanda.
“Deben adquirir los productos en MLC, a lo que adicionan los costos por la mano de obra, de ahí establecen los precios. Luego, el establecimiento suma una tasa máxima de interés del 2.5 por ciento sobre el importe del artículo, debido a la ganancia que debe obtener y también a los riegos de la venta a plazos”, detalló Pena Valiño.
“Entre ellos se contradicen. Por un lado la ministra dice que el pago a plazo se creó para ayudar a las personas de bajos ingresos; y por el otro, un funcionario del mismo ministerio acepta que los precios son altos y los justifica. Es una falta de respeto al pueblo”, responde a una pregunta de CubaNet Idelfonso, un jubilado del sector de la construcción.
El directivo del MINCIN reconoce que “la principal inquietud es el precio de los productos”, y agrega que “se prevé aumentar el número de locales que presten este servicio, así como diversificar las ofertas y productos, lo que podrá beneficiar a más personas”.
La afirmación no ofrece alternativas para bajar los precios y se interpreta como una propuesta que desvía la atención de la realidad. “El funcionario no dijo cómo se van a disminuir los precios. ¿Para qué van a inaugurar más locales si los que están abiertos no venden la mercancía? La oferta es muy cara”, dice Idelfonso.
En otros establecimientos del país con la misma modalidad comercial de venta a plazos se han ofertado bicicletas y electrodomésticos.
Sin embargo, en Holguín estos artículos no han sido comercializados. “No entiendo por qué en otras tiendas del país con este mismo sistema de venta la oferta es más variada. El periódico prometió que se venderían bicicletas y electrodomésticos, pero esos artículos nunca llegaron a Holguín. Lo publicaron para que se viera bonito. Si sabían que no había suficiente oferta, ¿por qué la prometieron?”, se pregunta Juan Marcos, holguinero que visita La Casa Azul.
¿Facilidades para la compra?
“Para adquirir cualquier artículo en la tienda se ajustan las condiciones para realizar el pago de forma presencial o a través del comercio electrónico, que puede ser por las aplicaciones Enzona, Transfermóvil o el Post habilitado en la unidad, siempre en moneda nacional”, explicó Lourdes Velázquez Zaldívar, directora de la UEB de Mercados.
Una medida que supondría la facilidad de la compra, en la realidad ha sido todo lo contrario. “Hemos dejado de vender por problemas en la conexión. Hay clientes que quieren pagar con dinero virtual y han desistido. Después de esperar varias horas o visitarnos en reiteradas ocasiones no han podido comprar porque no ha habido conexión, un problema que se reitera. Eso también ha influido en la baja venta”, afirma Emilio.
Un deficiente terminado y los diseños poco atractivos son otros indicadores negativos que han llevado al fracaso de esta modalidad de venta.
“Los clavos sobresalen y la madera no está bien pulida. Eso es una chapucería. Quieren vender un mal producto con precios de primera. Son unos estafadores”, dice un señor a su esposa.
Un desafío perdido
“Esta nueva forma de venta es un reto para los trabajadores de comercio, quienes estábamos adaptados a recibir mercancía mediante un balance nacional y hoy debemos gestionar nuestro mercado, para obtener buenos resultados” aseguró José Leandro Durán Jorge, director municipal de Comercio, en noviembre del año pasado cuando se abrió el departamento.
Sin embargo, seis meses después el reto no ha sido resuelto. “No ha habido gestión administrativa. La empresa municipal de Comercio demora en hacer los contratados con los suministradores. También hay retrasos con el pago a los proveedores. Pero ¿cómo le vamos a pagar sino se vende nada?, dice Emilio.
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