Empecemos por la noticia del día de ayer, que ya no lo es, por supuesto, pero como todas las noticias, puede ser leída de maneras muy diferentes, según cómo se presente en los medios.
Por el modo en que se anunció en El Nuevo Herald, por ejemplo, la decisión de la administración Biden de revertir algunas de las medidas de reforzamiento del bloqueo que se impusieron a Cuba durante el período de Trump, cualquiera que viva fuera de la Isla creería que todo está resuelto, que al fin fueron escuchados los todos los reclamos de la familia cubana desde adentro y desde fuera del país.
Reinier Duardo fue muy concreto al resumirlo todo en una sugerencia: lean la Declaración del MINREX, que lo dice todo desde el mismo título. Se trata de “Un paso limitado en la dirección correcta”. El bloqueo sigue intacto.
Como apuntó Bárbara Betancourt, no se puede olvidar que por encima del bloqueo existen más de 240 medidas adicionales, y de ellas con este anuncio (que aún no se implementa) se cambian pocas. Las restricciones revertidas se pueden contar con los dedos de las manos. Y están limitadas al tema migratorio y de remesas. No parece casual que sea justamente migración el tema que se discute ahora mismo en Naciones Unidas, con muchas críticas a EE.UU. por sus políticas en esa área.
Pero, volviendo al anuncio, increíblemente no se habla de levantar medidas absurdas como la inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo, que afecta sustancialmente toda la actividad comercial y financiera del país.
Con una mezcla de audios, originados en diferentes momentos y en donde confluyen los más agresivos odiadores anticubanos pidiendo guerra e invasión a su propio país de nacimiento, una suerte de collage del odio, trasmitido originalmente por el canal del Guerrero cubano, se incluyó en el segmento para conectar con el segundo tema del día: las revelaciones del libro “Un juramento sagrado: memorias de un secretario de Defensa durante tiempos extraordinarios”, escrito por Mark Thomas Esper, quien fuera jefe del Pentágono bajo las órdenes de Donald Trump.
Escuchando los gritos que demandan linchamiento de comunistas o cualquier simpatizantes de la Revolución, se advierte cómo, la industria de la contrarrevolución, financiada con los dineros del contribuyente norteamericano, se asocia a las más duras medidas contra Cuba. Sus voceros sirven, indudablemente, al objetivo perverso de generar la idea de que el emigrante cubano odia profundamente a la Revolución al punto de que desea (y exige) la asfixia total de quienes viven en la Isla sin oponerse al estado.
Ese objetivo de la maquinaria política de origen cubano del sur de la Florida, ha alimentado sin dudas, las 243 medidas adicionales de Trump, la mayoría de las cuales no serán revertidas. No están incluidas en el anuncio.
Resulta más que escandaloso confirmar cómo se discutió al más alto nivel del gobierno de Trump, un plan de invasión a Venezuela y de asesinato de su Presidente, Nicolás Maduro, con la participación de Juan Guaidó, Julio Borges y otras figuras claves de la oposición venezolana. Los planes incluían bloqueo naval a Cuba.
Esta es apenas la punta del iceberg de uno de los asuntos que merecen discutirse en la próxima Cumbre de las Américas, si es que por fin se discuten temas realmente importantes para toda América y todos los americanos. Que somos todos los habitantes del continente, aunque Nuestra América no se parezca casi nada a la que no es la nuestra.
Lo revelado da para mucho análisis. Seguiremos Chapeando.