Todos los años los avileños estimulan el plan de viviendas para tratar de cumplirlo; sin embargo, el adelanto no es el deseado, ni acaba de experimentar el impulso que necesita la población, en una provincia donde el 31 % del fondo habitacional está en regular y mal estado, con un cumplimiento del plan, el pasado año, de apenas el 35 %, y del 21 % hasta abril del actual.
A inicios de junio de 2021, el Primer Secretario del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en el chequeo de la ejecución de viviendas, señaló a Ciego de Ávila como una de las provincias que «debe explotar las potencialidades de los yacimientos existentes»; una llamada de atención ante la necesidad y el potencial del territorio para el empleo de materiales alternativos, que puede ir desde la producción de bloques hasta ladrillos, a través de la explotación de yacimientos de barro existentes en el territorio.
Con la llegada de la época de bonanza –hace ya algunos años– se abandonó la producción de materiales alternativos. Incluso, en municipios como Florencia y Chambas, con gran tradición en el uso del barro, casi dejaron de elaborarlo a bajo costo, y hoy intentan retomarlo, aún sin los resultados que se necesitan. En otros territorios, la llama tampoco ha prendido.
El plan de 2021 tenía algo de ambición, pues debieron concluirse 1 589 inmuebles y solo terminaron 561 por las diferentes modalidades (subsidio, esfuerzo propio y construcción estatal), según explicó Hiorvanys Espinosa Pérez, coordinador de Programas, Inversiones y la Construcción en el Poder Popular de la provincia.
Ernesto Herrera Pérez, subdirector técnico de la Dirección Provincial de la Vivienda, abundó sobre el tema: «El 2021 fue un año muy atípico, con el azote de la COVID-19. Cuatro meses la provincia estuvo casi paralizada por la pandemia, a lo que se sumaron afectaciones con el combustible, el cemento, el acero y algunos materiales de terminación, como componentes hidrosanitarios y eléctricos. Cuatro meses en los cuales fue casi imposible adelantar el plan».
Pero si el cumplimiento hubiera sido del 100 %, el avance tampoco hubiera cumplido las expectativas, dadas las necesidades acumuladas a lo largo de años, debido al periodo especial, al bloqueo de Estados Unidos contra la Isla, violaciones urbanísticas, crecimiento poblacional, los eventos meteorológicos, la falta de combustible y la paralización de varias fábricas de cemento en el país. Solo en los últimos 17 meses, el territorio le debe al plan más de 2 000 viviendas. Los números se acumulan y las necesidades también.
DESPUÉS DE IRMA
Solo el huracán Irma, en septiembre de 2017, dejó de golpe y porrazo más de 31 500 afectaciones –29 754 están resueltas hasta la fecha–. En unas pocas horas el meteoro se llevó las ilusiones de muchos de los que habían iniciado –y de los que no– la construcción a través de los programas por esfuerzo propio, subsidio y construcción estatal, puestos en práctica por el Estado cubano.
En lugares como los municipios de Chambas, Morón y Bolivia, Irma cargó con casas buenas, regulares y malas; solo quedaron en pie las de mayor fortaleza o de tipología uno. En los tres territorios dañó más de 2 700 viviendas y, hasta la fecha, la recuperación marcha al 60,6 % en el primero, 57,6 % en el segundo y 47,1 % en el tercero.
Sin embargo, solo en el consejo popular de Máximo Gómez, del municipio de Chambas, entre los más afectados del país por Irma, todavía quedan 364 pendientes.
En un reciente recorrido, Liván Izquierdo Alonso, primer secretario del Partido en la provincia, llamó a ser ágiles en las soluciones: «Al ritmo que llevan –dijo– podrían necesitar casi tres años para resolver este problema, y eso no puede ser. Son familias que están todavía en condiciones difíciles, albergadas, y tenemos que agilizar las labores».
Trascendió en el propio recorrido que, además de recursos, también ha faltado consagración de muchos afectados para ayudar a levantar sus viviendas, del mismo modo que se ha necesitado mayor apoyo de la comunidad y de los organismos que «apadrinan» esas labores.
Después de los huracanes –tormenta subtropical Alberto incluida– hubo familias que pudieron arreglar bien sus hogares, sin goteras en el techo; otras debieron conformarse con solamente hacerlas habitables, e, incluso, luchar contra las otras «goteras»: las insuficiencias técnicas, administrativas, organizativas, dilaciones en los trámites e inestabilidad en la entrega de determinados productos, como sucedió y sucede.
A ello se adiciona la imposibilidad de algunas familias de levantar sus casas, pues, aun teniendo materiales, no han podido pagar los altos precios establecidos por albañiles ni acometer los trabajos por esfuerzo propio.
La fluctuación de la fuerza laboral también afecta. No son pocos los plomeros, albañiles, ayudantes, obreros que prefieren marchar al sector no estatal o a las obras de la infraestructura turística, porque, como refirió un grupo de interpelados por Granma, «del lado de allá del peaje es otro el salario, al igual que el que pagan los cuentapropistas, más elevado que el de cualquier empresa».
Hasta en la adaptación de locales para viviendas el paraguas tiende a cerrarse. De los más de 160 identificados, donde podrían construir una cifra superior a las 1 100 casas, en 2020 se adaptaron 31, el equivalente a 93 techos, y en 2021 solo se adaptaron ocho, en beneficio de nueve familias.
Reservas en el programa quedan muchas, tanto para sumar más locales que puedan ser viviendas, como para evitar que en el camino de la reconversión haya demoras, negligencias, falta de calidad e insensibilidades que lo pongan en sentido contrario a su objetivo, destacó este propio diario en septiembre de 2021.
Si bien queda mucho por hacer, el tema de la construcción de la vivienda en Ciego de Ávila no es apocalíptico. Desmiente la frase y prueba que sí es posible. El 94,3 % de las afectaciones de Irma resueltas; los nuevos módulos habitacionales entregados; las 60 familias de Palmarito, el barrio de Júcaro arrasado por el huracán, habitando en inmuebles confortables; Punta Alegre con otro rostro, y más de una treintena de barrios en fase de cambiar su fisionomía.