El día que Frank llegó hasta las inmediaciones del Hotel Saratoga se conmocionó. Ya había participado en labores de rescate difíciles, pero ni en medio del accidente aéreo de 2018 o del tornado de 2019, se impresionó tanto como acomo aquí. La nube de polvo, la desesperación, el deseo de salvar a todos de una vez. El no poder.
Frank Lorenzo Acosta Ferrer es jefe de Compañía del Comando No. 1 de Bomberos, el que antes llegó en la mañana del 6 de mayo a Paseo del Prado, esquina Dragones.
El primer impulso: evacuar la escuela. El segundo: rescatar a las víctimas que iba encontrando. El tercero: intentarlo todo, a pesar de los riesgos.
“Entré con técnica de rescate al interior del hotel, hubo un pequeño desprendimiento de estructura y nos quedamos incomunicados. Tuvimos que tomar una decisión: continuábamos para salvarle la vida al hombre que estaba debajo de nosotros o salíamos para salvar la nuestra. Decidimos buscar otra salida, quedarnos por él”, relata.
Es esto, el batallar por proteger en condiciones adversas, lo más difícil para Frank. Tal vez, además, lo que más le apasiona.
Escogió ser bombero con apenas 11 años. Se presentó como voluntario y hasta hoy, convertido en profesional, siente que nació “para esto”. Es feliz, aunque el temor de que se le “muera una víctima” lo invade todo el tiempo.
Hoy cumple 26 años y amaneció aquí, esperando ser útil. Apenas se ha movido de esta zona desde el pasado viernes. “Ni estuve con mi mamá el día de las madres, ni voy a estar en mi cumpleaños con la familia”, dice. Pero no parece una queja, porque sigue: “Es mejor estar trabajando, con la esperanza de rescatar a quien pueda quedar debajo de los escombros”.