El destacado arquero cubano recibió el reconocimiento del pueblo espirituano al retirarse oficialmente del deporte activo
Quiero que me recuerden como el atleta que siempre iba a cumplir al ciento por ciento su tarea en el rendimiento deportivo, expresó el atleta.
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No hubo flechas. Sí lágrimas, emoción, historia. Esta vez el campo de la Academia de Tiro con Arco de Sancti Spíritus acogió el último disparo del mejor arquero cubano de todos los tiempos: Juan Carlos Stevens Caminero.
No por anunciado su retiro oficial del deporte activo, impidió los nudos en la garganta, ni los ojos húmedos y alegres para despedir al hombre que derrochó talento, disciplina y tesón para dar en la diana del alto rendimiento treinta años de los 36 que dedicó a un deporte del que se va con 53 de edad, como una oda a la longevidad.
Para despedirlo estaban sus “hijos”, que es como decir todos los participantes en la Olimpiada Élite, que han crecido bajo su influjo paternal. Por eso reverenciaron a quien les regaló, desde el ejemplo personal, toda su sapiencia. Y hasta por un “hijo ausente”, el padre del joven arquero espirituano Dariel García Ulloa, fallecido hace dos años, compartió lágrimas de amigo. Estuvieron los entrenadores que lo moldearon, glorias del deporte como la arquera Edisbel Matínez y los softbolistas María Zamora y José Luis Quintero.
A despedirlo del deporte activo asistieron también Elaine Plasencia Afonso, miembro del Buró Provincial del Partido, Frank Osbel Cañizares, vicegobernador de Sancti Spíritus, y Laidalí Santana, directora provincial de Deportes, entre otras autoridades del territorio. Desde la distancia, su Santiago de Cuba natal se hizo presente con un diploma de reconocimiento, al igual que la Dirección Nacional del Inder.
Y Sancti Spíritus le dispensó un homenaje especial, que le llegó hondo. “Esta ha sido como mi segunda provincia, siempre me ha acogido con mucho amor, le he dedicado también muchos años de mis resultados y me siento agradecido de que cada vez que vengo aquí me sienta como si fuera mi casa, y la amo”.
Con tal confluencia de emociones, una y otra vez Stevens lanzó saludos desde el corazón apretado. “El retiro llega de la manera que yo quería, lo determiné por mi propia voluntad, este momento se siente con mucha emoción, vienen muchas cosas juntas a la mente: los sacrificios, años dedicados al deporte, separado de la familia, los amigos que compartieron contigo en Cuba y fuera de ella en competencias de mucho nivel, todo emociona, pero me llena de alegría y júbilo saber que lo que hice no fue en vano”.
Al homenaje acuden el quinto lugar olímpico de Bejing 2008, lo mejor de Cuba en esas lides; las siete medallas de oro en Juegos Centroamericanos y del Caribe, la plata en los Panamericanos de Río 2007 y el bronce por equipos en Guadalajara 2011, los 36 récords individuales y 16 por equipos… Mas tantos lauros, ceden ante su humildad: “La medalla que más quise, quiero y siempre llevo en mi memoria fue la primera de bronce que cogí en un campeonato nacional, cuando era un muchacho que tenía sueños de ser alguien en la vida y me incliné a mi deporte, siempre dije que quería una medalla en mi país, en un campeonato nacional y al obtenerla me emocioné tanto como hoy”.
Los abrazos se multiplican y Stevens lanza su última flecha, por ahora: “Quiero que me recuerden como el atleta que siempre iba a cumplir al ciento por ciento su tarea en el rendimiento deportivo, que, cada vez que entraba al campo de entrenamiento, ahí era donde cogía la medalla”.