Sabemos que, cuando se haga el recuento de la infinita relación de personas que han patentizado la más profunda y sincera admiración del pueblo estadounidense por Cuba y su Revolución, esta será una lista muy extensa. Sin embargo, de entre tantos nombres relevantes, hay uno que particularmente simboliza la amistad entre el pueblo de Estados Unidos y el de Cuba. Se trata de una vibrante cantante de blues, del folk y del jazz, que lleva consigo los genes de esa rebeldía innata que encontramos en las raíces populares más autóctonas de la vecina nación.
Considerada por la crítica especializada como la mejor intérprete viva del blues clásico de los años 20, íconos de la música norteamericana como Louis Armstrong, Muddy Waters y Pete Seeger, le han rendido emotiva reverencia. Hasta el joven Bob Dylan no deja de referirse a ella. En declaraciones a la revista Broadside, en 1964 dijo: «El mundo necesita más gente como Barbara Dane, alguien que está dispuesto a seguir su conciencia. Ella es, si el término debe ser utilizado, una heroína».
Justamente, esta incansable luchadora por los derechos civiles y en contra de la guerra de Vietnam que es Barbara, no podía permanecer indiferente al apoyo solidario con la Revolución, hasta que, en una fecha tan lejana como 1966, violando las prohibiciones establecidas por el Departamento de Estado, realiza su primera visita a nuestro país. Desde entonces, parece increíble la sumatoria de tantos gestos en favor de nuestra causa. Estos se expresan desde su participación en el legendario Encuentro de la Canción Protesta de la Casa de las Américas, en el verano de 1967, y, posteriormente, en su disposición de cantar literalmente por toda la Isla, como cuando es capaz de subir hasta las montañas de la Sierra Maestra, para llegar a la Escuela Formadora de Maestros en Minas del Frío.
A Barbara la encontramos lo mismo entre los invitados al memorable Primer Festival de la Canción en Varadero –incluso, se señala como la primera personalidad extranjera en participar, concretamente–, que en la segunda edición del Festival Jazz Plaza. Ante semejante actitud desafiante, sobre todo en aquellos años donde hubo atentados con explosivos y asesinatos en Estados Unidos de personas que mostraban abiertamente su solidaridad con Cuba, el establishment pretende borrar a Barbara Dane de los grandes medios y de los festivales, situación frente a la cual no solo intensifica sus cantos en favor de la paz y la justicia social, sino que, junto a su esposo Irwin Silber, convocan desde la sala de su casa al nacimiento de una disquera independiente.
Hablamos del combativo Paredon Records, sello discográfico que tiene el mérito de haber hecho el primer disco en el mundo con una recopilación de las canciones interpretadas por los precursores de la Nueva Trova como Silvio, Pablo y Noel en el Encuentro de la Canción Protesta, además de confeccionar otros 50 discos más como el dedicado a la música de Carlos Puebla, otros con la obra del emblemático Grupo de Experimentación Sonora del Icaic, y tres con el discurso completo, traducido al inglés, del Comandante en Jefe Fidel Castro en la histórica Segunda Declaración de La Habana, entre otros tantos.
Todavía Barbara Dane celebra con un concierto cada 26 de Julio en Estados Unidos, del mismo modo que viene hasta acá para compartir la escena, entre nosotros, con su hijo, Pablo Menéndez, el director del grupo Mezcla. Distinguida con la condición de Miembro de Honor de la Uneac, esta entrañable hija de la tierra de Lincoln reconoce que todo lo que ha hecho en su vida ha sido influenciada por Cuba y su gente.
Al felicitarla en su cumpleaños 95, leamos una sentida reflexión de su compatriota, la cantante y guitarrista Bonnie Raitt: «Barbara siempre ha sido un modelo a seguir y una heroína para mí, musical y políticamente. Realmente no puedo pensar en alguien a quien admirar más, por la forma en que vivió su vida».