Onelio Jorge Cardoso es considerado por su obra creativa en sus 72 años de vida como el cuentista nacional de Cuba. Lectores en todo el mundo disfrutan el legado de un hombre nacido en el pequeño poblado del centro de la Isla, Calabazar de Sagua, el 11 de mayo de 1914.
Cuentos suyos han sido traducidos a más de 12 idiomas, muchos han aparecido en antologías en diversas partes del mundo y varios han sido llevados al teatro, al ballet y al cine.
Pese a que solo pudo cursar estudios hasta el bachillerato por dificultades económicas familiares en esa época, recibió el título honorífico de Doctor Honoris Causa por la Universidad de La Habana, en 1984, y la Universidad Simón Bolívar de Bogotá, Colombia, en 1983.
Para ayudar económicamente a su familia desempeñó desde muy joven diversos oficios, entre ellos, viajante de comercio, lo que le permitió conocer numerosos lugares del centro del país, así como personajes populares que le sirvieron de inspiración para sus cuentos.
En la época en que reside en la ciudad de Santa Clara comparte con lo mejor del movimiento intelectual y cultural de la ciudad, entre ellos María Dámasa Jova Baró, Raúl Ferrer, Emilio Ballagas y Severo Bernal, con quienes comparte espacios en la revista Umbrales, Club Umbrales y La Hora Umbrales, dedicados a difundir lo mejor de la cultura cubana y local.
A sus 22 años, en 1936, gana un concurso de cuentos de la Revista Social, pero no es hasta la década de los años 40 que empieza a darse a conocer nacionalmente, al obtener menciones en el prestigioso Concurso Alfonso Hernández Catá y finalmente el primer premio, en 1945, con Los carboneros.
En ese propio año, sale publicado en México, preparado por José Antonio Portuondo, el primer libro de Onelio: Taita, diga usted cómo. También aparece representado con el cuento Nino en la antología Cuentos cubanos contemporáneos, preparada igualmente por Portuondo y publicada en México, y con Los carboneros en Cuentos cubanos. Antología, compilados por Enma Pérez en ese año.
Mientras desarrolla su vocación de escritor, continúa su trabajo como vendedor ambulante, viajante de medicina y maestro rural, labor que desempeña, junto a Raúl Ferrer, en una pequeña escuela del Central Narcisa.
En 1948 se instala en La Habana, donde trabaja como redactor del noticiero radial de la Emisora Mil Diez, escribe libretos para la radio comercial y es jefe de redacción del noticiario cinematográfico Cine-Revista.
En 1952, a sus 38 años, Onelio obtiene el Premio Nacional de la Paz, por su cuento Hierro viejo, y aunque cuentos suyos siguen apareciendo en revistas y antologías, su segundo libro no aparece publicado hasta 1958: El cuentero, editado por la Universidad Central de Las Villas.
Después del triunfo de la Revolución Cubana el 1ro. de enero de 1959, Onelio desempeñó varias responsabilidades: dirigió el Instituto de Derechos Musicales, fue jefe de reportajes especiales en el periódico Granma y jefe de redacción de la revista Pueblo y Cultura y del Semanario Pionero. También trabajó como guionista de documentales en el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) y en la Sección Fílmica del Ejército Rebelde, y desde 1961 perteneció al Ejecutivo de la Sección de Literatura de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).
El caballo de coral, su tercer libro y el segundo en Cuba, se publicó en 1960, y en 1962 la primera edición de sus Cuentos completos, con dibujo de René Portocarrero. Ese mismo año publica Gente de pueblo, una colección de reportajes con fotos de José Tabío, quien fuera un entrañable amigo del autor, y prólogo de Samuel Feijóo.
En 1964 publica su nuevo libro de cuentos La otra muerte del gato, y obtiene el Premio 26 de Julio por su reportaje Santiago antes del 26, publicado en la revista Pueblo y Cultura, en octubre de ese año. Al año siguiente, publica un pequeño cuaderno con el cuento El perro para las ediciones La Tertulia, de la Uneac, y otro en 1966, Iba caminando.
Una nueva edición de Cuentos completos que incluye los nuevos relatos publicados hasta entonces, aparece en ese mismo año, esta vez con un prólogo de Raúl Aparicio. Esta colección fue reeditada por el Instituto del libro en 1969, y por la Uneac en 1975, con el nombre de Cuentos.
En los diez primeros años desde el triunfo de la Revolución se publicaron cinco colecciones de sus cuentos en Rusia, Hungría, Rumanía y Polonia, y relatos suyos se recogieron, además, en siete antologías editadas en Moscú, Sofía, Ciudad de México y otras, así como en siete publicadas en La Habana.
En 1974 se edita El hilo y la cuerda, posteriormente traducido al francés y editado en París en 1982, y Caballito blanco, que recoge la mayoría de los cuentos para niños que previamente habían sido publicados en revistas o en otros libros. Este volumen se tradujo casi inmediatamente y apareció, en sus respectivos idiomas, en Praga, Bratislava y Riga.
La colección Letras Cubanas editó en 1975 un nuevo volumen con toda la producción cuentística oneliana hasta ese año, bajo el título de Cuentos que fue traducido al polaco y publicado en Cracovia, Polonia, en 1980.
En 1976 se desempeñó como Consejero Cultural de la Embajada de Cuba en Perú, y a su regreso fue elegido presidente de la Sección de Literatura -hoy Asociación de escritores- de la Uneac, cargo que desempeñó hasta su muerte en La Habana, el 29 de mayo de 1986.
