A todos nos han impactado las imágenes desgarradoras que han quedado registradas para la historia, como testigos del fatídico 6 de mayo último. Pero hay una en particular que le recuerda a Idalmis Luisa Montes todo lo que se perdió ese día: una foto en la que se ve la sala de su casa y, perfectamente visible en ella, el retrato de 15 años de una joven, adornando una pared rosada. Debajo, un mueble con varios peluches.
Se observa a lo lejos, pero perfectamente, en la foto que ya recorre el mundo. Permanece en su lugar, estoica e imperturbable, ante la destrucción del edificio y la desnudez de esa vivienda, que muestra la dimensión del accidente y de los daños causados en la propia infraestructura del Hotel Saratoga y las edificaciones aledañas.
Justo al lado del Saratoga, parcialmente destruido, se encuentra el edificio Prado 609. En el segundo piso, en el apartamento 302 viven, o vivían, Idalmis y su esposo. Los dos se encuentran a salvo, alojados en el hotel Las Brisas, en la Villa Panamericana, donde se cuentan, poco a poco, la suerte que tuvieron al estar ambos en el trabajo durante la hora del desastre.
«Estuve trabajando desde temprano, soy económica en una empresa de La Habana Vieja y estaba en tiempo de cierre», dice algo nerviosa, mientras seca sus ojos humedecidos. «Hablaba con mi papá por teléfono y se cayó la llamada. A partir de ahí todo fue un caos. Llegó una compañera de trabajo diciéndome que corriera a mi casa, que se había derrumbado el Saratoga».
Dice que salió tan rápido como pudo por la calle Muralla y, ante lo que vio al llegar, se desmayó; en la caída se lastimó levemente una pierna. Fue atendida por los paramédicos y, afortunadamente, cuando volvió en sí pudo reunirse con su esposo.
«Mi hija está fuera del país, y ya varias amistades la han llamado para preocuparse por nosotros, y porque han reconocido la sala de la casa en la foto», refiere.
Idalmis Luisa Montes ha estado en constante comunicación, por las redes sociales digitales, con su hija, la muchacha de una de las fotos. «Esto me choca, aún estoy atontada, y un poco en shock cada vez que veo la imagen, pero con la mente positiva en que nos vamos a recuperar».
Le pone nerviosa pensar en su balcón que ya no está, y donde solía sentarse en las tardes. Va a extrañar su casa, y sus pertenencias perdidas, pero al menos está a salvo. Hoy agradece las atenciones recibidas en lo que por ahora será su nuevo hogar, que poco a poco les será más acogedor.