El 8 de mayo de 1967, hace 55 años, cayó asesinado por el ejército de la dictadura que gobernaba Venezuela el internacionalista cubano Antonio Briones Montoto, el mismo día que 32 años antes morían en Matanzas, combatiendo la dictadura batistiana, el venezolano Carlos Aponte y el líder revolucionario Antonio Guiteras.
Tony Briones nació en la barriada del Diezmero en La Habana, el 24 de junio de 1939, y sus padres le pusieron Antonio en homenaje a Guiteras. Murió en la playa venezolana de Machurucuto el 8 de mayo de 1967, antes de cumplir 28 años. Fue un revolucionario cubano que muy joven participó en acciones del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) contra la dictadura batistiana.
En más de una ocasión cayó en manos de los esbirros de la tiranía del Buró de Investigaciones, recibiendo golpes y torturas en unión de otros compañeros, algunos de los cuales fueron asesinados. A causa de la constante persecución tuvo que marchar al exilio. Llegó a Nueva York en los primeros meses de 1957, y allí continuar con el Movimiento su actividad a favor de la Revolución Cubana.
Por su insistencia en regresar a Cuba para luchar fue enviado a México, donde se preparó militarmente en varios campamentos. Allí recibió la noticia de la muerte de su novia, Urselia Díaz Báez, al explotar una bomba que ponía. Fue designado para viajar a Cuba e incorporarse a las tropas del comandante Ernesto Che Guevara, que ya estaba en la sierra del Escambray, pero las condiciones no fueron favorables para la salida de México. En esa espera lo sorprendió el triunfo de la Revolución, el 1 de enero de 1959.
Al triunfo de la Revolución, regresó de inmediato a la Patria y se unió a las Milicias Nacionales Revolucionarias, trabajó en el Ministerio de Hacienda y posteriormente, como dirigente en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), cargo al que renunció a principios de 1962 para ingresar como simple soldado en el Ministerio del Interior (Minint).
Dentro de dicho ministerio, pasa a la Dirección de Seguridad Personal y posteriormente, a Tropas Especiales, unidad a la que era más afín por su disposición para el sacrificio y su óptica particular sobre la lucha revolucionaria. Nunca dudó al ser seleccionado para cumplir con el sagrado deber internacionalista. Como el Che Guevara y otros combatientes cubanos, renunció a sus cargos, y con dolor, pero con firmeza, también al calor de la familia que había formado, para ayudar a otros pueblos del mundo a obtener su libertad.
En carta de despedida a su hermano Newton Briones Montoto, expresa: «Y salgo con una fe extraordinaria, sé que la vida de guerrillero es dura, llena de sacrificios, pero tú sabes que estoy dispuesto a luchar todo el tiempo que sea necesario y si fuera preciso, no regresar más a Cuba, hasta que se libere el último país». A sus hijos, Tony y Orquídea, escribió: «Ustedes crecerán, es probable que yo les pueda faltar, pero les queda lo principal: una Revolución. Deben ser fieles a ella como lo fue su padre».
En mayo de 1967, participó en una misión de desembarco por la playa de Machurucuto, a escasos kilómetros de Cúpira, al este del estado Miranda, y a 176 km al este de Caracas, capital de Venezuela, con nueve guerrilleros de esa nación, para internarse en las montañas y llevar a cabo la lucha armada y regresar luego a Cuba.
Después del desembarco de los expedicionarios, zozobró la barcaza en que Briones Montoto se adentraba otra vez en el mar para regresar a Cuba. Él, Pedro Cabrera Torres y Gilberto Pico Rivers, lograron nadar hasta la playa y esconderse en los pueblecitos costeros, pero fueron delatados y capturados.
Según el testimonio de William Izarra, entonces subteniente con muy poco tiempo de graduado y 19 años de edad, piloto militar de un helicóptero que participó en los interrogatorios por órdenes del mando superior, el combatiente cubano fue muy firme y dijo por qué contribuía con la lucha armada venezolana. Por eso él, sustentado en sus creencias en la solidaridad internacional, se ofreció como voluntario para cumplir esta misión revolucionaria y estaba dispuesto a morir por sus principios.
Sus palabras, dijo Izarra, marcan el punto de partida de la gestación, desarrollo y consolidación de mi conciencia revolucionaria. Al día siguiente, cuando el joven teniente regresó a Machurucuto, Antonio Briones Montoto estaba muerto, dos tiros de fusil a corta distancia le habían destrozado la cara. El parte oficial decía que había intentado fugarse, pero se rumoraba la verdad: habían dado la orden de asesinarlo. En el helicóptero artillado, con Izarra de copiloto, lo trasladaron al hospital militar de Caracas, pero luego el cadáver desapareció.
Días después, el diario Granma publicó una nota del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) que señalaba: «Si fuese cierta la noticia de que el joven cubano Antonio Briones Montoto cayó de dos balazos en la cabeza y yace enterrado en el cementerio de Machurrucutu por ayudar a los revolucionarios venezolanos, nuestro Partido y nuestro pueblo se solidarizan profundamente con ese gesto altruista, revolucionario, internacionalista y heroico».
Su Patria y la República Bolivariana de Venezuela rinden homenaje a este joven que nunca dudó en ofrendar su vida por la libertad del hermano pueblo.