Emociona el arrojo del pitcher Alain Román, del también lesionado torpedero Luis Domínguez, la maestría del receptor Reinier Vera o las excelentes manos de la segunda base Yuri Rodríguez; el oportuno bate de Roger Rosete, y la garra del veterano Gusber Plutín, en la tabla de lanzar.
Son algunos de los integrantes del corajudo equipo cubano de softbol masculino que acaba de clasificarse al Campeonato Mundial en el certamen panamericano que se juega en Paraná, Argentina. Ellos han tendido un puente con softbolistas que, a solo seis años del estreno internacional de Cuba (Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1982, en La Habana), se aparecieron en la séptima lid mundialista de este deporte, en Saskatoon, Canadá, para enrolarse en la élite, disputando el premio de bronce con el país anfitrión.
Tres de aquellos guerreros están en la dirección de esta hornada: el mentor Leonardo Cárdenas, el más brillante campo corto que ha pasado por la llamada bola blanda, o como dice Cándido Fabré, la pelotona grande; Jesús Echarte, el hombre jit del softbol, y Esteban Groero, uno de los lanzadores más inteligentes que han pisado el pequeño diamante, quien, por cierto, en Saskatoon reveló toda su potencia, con 23 entradas sin permitir carreras en esa justa.
Este redactor se hizo periodista contando esa y otras hazañas, como el título de 1998 en un torneo como el que se juega ahora en Argentina que, entre otras muchas, fueron firmadas por los jonrones de José L. Quintero, José Betarte, el acierto de Indalecio Alejandrez, los envíos de Carlos Fernández o Héctor Torres, la disposición de Guillermo Márquez o la combatividad de Héctor Merino, quien, como a Domínguez, lo vi salir con un esguince en una mano defendiendo la camiseta nacional. Aquellos fueron guiados por la sabiduría de Calixto Miyar, Luis García, Miguel Albán o José «Guanábana» Quintana, un hombre que, a propósito de la lid continental que se juega ahora en tierras gauchas, dejó en ese mismo escenario una huella: «Hubo un antes y un después del cubano Quintana», dijo la principal lanzadora argentina Melisa Echeveste. «Él es como el padre del softbol moderno argentino», aseguró. Guanábana estuvo en Paraná en la década de los 90 del siglo pasado, como técnico.
Esta es solo una parte de la historia hecha continuidad en el equipo cubano que hoy disputará la presea de bronce panamericana frente a Estados Unidos, en una cuadrangular por el podio que reunió a tres de los cinco equipos que han podido ganar un campeonato mundial: EE. UU. (5), Canadá (4) y Argentina (1). Los otros dos: Nueva Zelanda (7) y Australia (1).