Quizá entre los últimos pensamientos de Venustiano Carranza estuvo Ana Martí, en quien el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y Presidente Constitucional de la República Mexicana, había posado su mirada mientras paseaba esta por las calles de San Idelfonso o Moneda, en la tierra azteca, a adonde se mudó la familia Martí Pérez para aligerar el primer destierro del único hijo varón de ese matrimonio.
Sin embargo, la hermana querida de nuestro Héroe Nacional amaba al pintor michoacano Manuel Ocaranza, con quien no pudo casarse debido a su prematura muerte. De ese pretexto se sirvió el mexicano Roberto Abe Camil para escribir Un lirio en el desierto. Una novela de Cuba y México.
En ese título llegado a La 30 Feria Internacional del Libro de La Habana, el autor habla «sobre lirios y delirios, sobre tempranos adioses y hondas consanguinidades. Su prosa será un encuentro luminoso con seres entrañables, con cálidas revelaciones y sin duda alguna, con gratas complacencias», dijo la periodista Madeleine Sautié durante la presentación del texto en la sala José Lezama Lima en el Colegio Universitario de San Gerónimo de La Habana.
Un lirio… no pretende ser una biografía más de Martí, sino que Abe Camil, Presidente Nacional de la Sociedad Defensora del Tesoro Artístico de México, desea rendir homenaje «a un hombre universal pero cotidiano», -según sus propias palabras- más allá del escritor, poeta, dramaturgo, periodista, político, diplomático… que fue José Martí, quien encontró una segunda patria en el país que es hoy invitado de honor de esta fiesta de la literatura.
En las líneas de esta historia novelada saltan a la vista los vínculos fraternos entre ambas naciones, donde no han faltado –como deja ver el autor- pasajes «fervientes y apasionados, como son los corazones de los cubanos y mexicanos».